Vacaciones

por Marisol Oviaño

Conducir casi seiscientos kilómetros.
Dejar que sea el cielo quien decida:
¿Sol? A la playa.
¿Nubes? Haraganear en el jardín,
cocinar – sin prisa, con música, con cerveza o vinito blanco frío-, freír muchas patatas y mojar mucho pan en la salsa.
Alargar la sobremesa hasta la hora del paseo.
Contar historias increíbles a las sobrinas pequeñas.
Ir de pasajera en el coche de tres filas de asientos y no tener que conducir en unos días.
Charlar hasta las tantas bajo el emparrado de uvas y kiwis (me temo que los kiwis acabarán con las uvas)

Disfrutar de cada cigarro.
Disfrutar de estar fuera de sitio.
Disfrutar de los libros de Larsson (me gustó más el primero que el segundo, estoy empezando el tercero).
Disfrutar de las vistas.

No escribir ni una coma.