por María Laparca
Fotografía en contexto original: nomada2401
Cuando la muerte pasa demasiado cerca, la trata como si fuera una visita de compromiso, y se prohíbe a sí mismo la más mínima emoción.
La afronta como si fuera algo que sólo afectara a los pusilánimes y los fracasados, un engorroso trámite, un incómodo paréntesis burocrático que cierra al salir del cementerio. Acabadas las exequias, no vuelve a hablar de los muertos ni a pensar en ellos. Hasta que consigue borrarlos de su vida.
Para no sufrir, niega a los difuntos la inmortalidad de vivir en su recuerdo.
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La escultura es fantástica!!!!!