por artistadesconocida
Imagen en contexto original: soniasanroman
No es fácil ser la exmujer de un fugitivo.
Quienes le buscan no permiten que ella olvide.
Ella no quiere saber, pero quiera o no quiera, al final acaba sabiendo.
Cuando la cobardía dio el pistoletazo de salida, él, en su ignorancia, creyó que bastaría con no volver la cabeza para estar a salvo del pasado. Pero no calculó que sus perseguidores sólo tenían que teclear el nombre de ella en Google. Ni que ella no sólo era ella: era, también, la mejor época de su vida.
El fugitivo huye con los ojos cerrados, para no ver, para no pensar, para no sentir, para no añorar, y cree que cada vez está más lejos. Pero cuando se para a coger aliento y mira a su alrededor, se da cuenta de que sólo ha estado moviéndose en círculos por un salón. Ella sólo tardaría dos cigarros en plantarse en su guarida.
De tarde en tarde, la llama de madrugada, demasiado asustado para poder hablar. Se queda en silencio mientras ella dice: ¿Sí?¿Dígame?¿Dígame? ¿Eres tú? Y en cuanto la que ayer era suya pronuncia su nombre, cuelga. Hace dos días se propuso ser valiente, hablar. Bebió una copa, dos, tres, media botella, venga la penúltima, para coger valor. Y marcó su número decidido a demostrar que iba a hacer frente a la vida y portarse como el hombre que ella había amado.
En cuanto oyó su voz, comenzó a confesarse. Pero las palabras tropezaban ebrias y caían en su lengua de trapo, ininteligibles.
Avergonzado, odiándose a sí mismo, colgó.
Y siguió corriendo con los ojos cerrados y llenos de lágrimas.
Ella suspiró. Era el mismo mensaje de siempre: sálvame, sálvame, sálvame.
Cogió papel y lápiz y, una vez más, se sentó a pasar la vida a limpio.
0 respuestas a «Fugitivo»
¡Guau!
«Se sentó a pasar la vida a limpio». Es una frase maravillosa.
Los hombres son cobardes. Son tetrapléjicos emocionales. Quizá por educación (mala). Quizá por… quién sabe.
Es duro, Artistadesconocida, ser la ex de un fugitivo. De un fugitivo emocional, de un fugitivo de sus obligaciones afectivas con los hijos, de sus obligaciones económicas. Es duro ser la ex de un fugitivo que por imperativo sigue bajo el mismo techo. Que huye, para empezar de sí mismo, creyendo que en su huida pueda volver a reencontrarse con ese triunfador, macho dominante con el que siempre soñó ser.
¡Cómo me ha gustado! Me ha dejado conmovida.
Excelente artículo,debe de ser también, x lo cotidiano.Hace un tiempo «mi fugitivo» en cuestión, vomitó su huída en la mensajería de mi telefono.Casi pude oler sus palabras de socorro, envueltas en brumas inequívocas de «vino» y del «tinto», ese que al menos en mi país, pareciera suplantar al analista en las penas de amor….,me dolió escuchar su S.O.S. que aunque reiterado, esta vez me provocó la «nausea» definitiva de saberme su «ex».Susana (una mujer argentina)