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General Literatura

Noche en blanco

por Kurtz
Fotografía en contexto original: republicasmokingdeluxe
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Hace dos días que no salgo de casa, y la papelera está llena de tiempo perdido. No hay ideas que contar y Leonard Cohen suena más triste que nunca en el tocadiscos. Tengo ganas de llorar cuando escucho Famous Blue Raincoat. Abatido, abandono las trincheras y la pluma, y me tumbo en la cama. Las horas no terminan de pasar, y en la mesa, más tirano que nunca, sigue reinando un folio blanco.
Duermo.

Sueño con metáforas brillantes que se esfuman al primer parpadeo. Me gustaría vivir en mis sueños, pero sé que es tarde para volver atrás. El calor es sofocante y despierto empapado en sudor. El disco sigue girando pero ya no hay música.

Echo un vistazo a la papelera en busca de alguna idea. Sólo encuentro palabras sueltas y desafinadas. Con paciencia, logro enlazar algunos trozos de papel al azar, formando frases coherentes, pero sin alma.

La habitación parece más estrecha que nunca. Abro la ventana buscando el frescor de la madrugada, pero nada alivia la sensación de ahogo. Me doy una ducha fría. Por fin, me olvido de mí mismo, y amaina el sabor a fracaso.
Desnudo y mojado, me detengo frente al espejo y no me reconozco.
Sólo soy una página en blanco.

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Me recuerda a mis tardes de domingo: melancólicas, tristes e interminables tardes en blanco…»Los domingos no me doy cuerda» (Haruki Murakami)

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