por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: videoartencanarias
Un escritor- cuyo nombre no ha debido pasar a la historia-, habló con Pessoa y le confesó que se encontraba en un dilema: bebía para escribir porque después de unos vasitos de vino encontraba la música que buscaba. Pero iba a dejar de escribir porque el médico le había dicho que debía dejar de beber. Y Pessoa le dijo que entre la inmortalidad y el hígado, él siempre sacrificaría el hígado.
¿Sabía Antonio Vega que sería inmortal?
Probablemente sí.
¿Nos habría dejado la música, los recuerdos, los momentos que nos ha dejado si no hubiera sido yonqui?
Probablemente no.
¿Estoy haciendo apología de las drogas? Sí y no.
El mediocre, siempre será mediocre. Por mucho que beba, por mucho que fume, por mucho que se drogue, por muchas veces que baje a las puertas del infierno. El mediocre morirá ahogado en su propio vómito y, a su muerte, sólo dejará suspiros de alivio.
Y como muy bien dice el Guru: Hay gente que nunca debería probarlas. Siempre fueron para el hechicero de la tribu, que era el que pintaba los mamuts en las paredes, era el que creaba esperanza en la manada. El problema es que ahora todo el mundo las consume masivamente, que la mitad de las drogas que se meten están cortadas con productos químicos o muy nocivos, y lo que es peor: que las consumen sin otro objetivo que consumir. No las utilizan como un medio para llegar a un fin, para ellos la droga es el fin en sí mismo (ver el guru y otras hierbas, 11 )
Larga vida a Antonio Vega, que está ahora mismo cantando para mí.
Legalización ya.