por Marisol Oviaño
Fotografía: David Luna
A veces, el milagro ocurre.
Un día te descubres vibrando en la misma cuerda que alguien de otra disciplina.
Te enzarzarás entonces en una conversación que os aislará de los demás (amigos, pareja, hijos, vecinos…). Y surgirá, sí o sí, la necesidad de hacer “algo” con esa persona. Quienes no entran jamás a la trastienda de la creación, pueden confundirlo con deseo puro y duro. El vértigo y la simbiosis son muy similares a las que se producen durante el proceso de enamoramiento.
Durante algún tiempo, mandarás callar a tu madre, tus amigos, tus parejas, tus hijos y hasta tus jefes- el arte no siempre da para comer- cada vez que en la pantalla de tu móvil aparezca el nombre del “Otro”.
Viviréis una gran pasión y habrá momentos de orgasmos creativos inolvidables. Si la asociación es fructífera, habrá un antes y un después de ella. Es una historia de amor con fecha de caducidad: desde el primer día sabes que, acabado el proyecto, cada uno volverá a seguir su camino, pero eso no impedirá- tal vez incluso sea un aliciente- que te entregues a la causa como si fuerais a estar juntos hasta que la muerte os separe.
Finalizado el asunto que os ha reunido, volveréis a incorporaros a vuestras rutinas solitarias con la maleta llena de experiencias.
De la vida dependerá que vuestros caminos vuelvan a cruzarse.
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Muy bueno Marisol, y muy verdad. He vivido experiencais de ese tipo, alguna con amor y deseo incluídos….son las más inolvidables aunque generalmente efímeras.
Yo he tenido varias parejas artísticas y nunca ha habido nada entre nosotros- con alguna me quedé con las ganas, pero fue en mi época de casada-. Ahora es la primera vez que voy a intentar colaborar con alguien con quien mantengo una de estas relaciones de amor intermitente tan propias de la vida moderna.
Veremos si sale algo de la colaboración artística o si acabamos tirándonos los trastos a la cabeza.
El milagro ocurre.
El milagro ocurrió con Joaquina, la bella durmiente de la foto.
Joaquina es la madre que una siempre quiso tener; es la madre que quise tener: ternura, entendimiento, reprimenda acompañada de cariño, orejas que escuchan, consejos de caminante que anduvo caminos pocas veces asfaltados, apuestas sin red al amor.
Es la madre que acoge a la hija pródiga una Noche Vieja. No pide nada después. Ella es la discreción absoluta. Ella es maestre, educadora, cocinera, psicóloga, embaucadora, luchadora, contorsionista de emociones.
Ella es la abuela de Córdoba de la Estrella que ilumina mi vida.
También yo la conozco. Aunque yo no cambiaría de madre por nada del mundo.
Joaquina es la madre de dos de mis parejas artísticas. Precisamente esas con las que las cosas por hacer no se acaban nunca. Parejas artísticas estables, podríamos llamarlo.: con su primogénito trazo las cartas de navegación de Proscritos, con su benjamín he hablado horas y horas por el messenger, he soportado una tormenta de bichos, he hablado hasta el amanecer sentados en el jardín de nuestra casita de Txatxalacas- ya no existe: voló con el penúltimo huracán-, he vadeado inundaciones, he posado, he escrito guiones, poemas… Los Luna son parte de mi vida. Y Joaquina una modelo que, tenlo por seguro, pasará a la historia.
Todos los proscritos nos hemos alimentado en alguna ocasión de las viandas que trae desde Córdoba a sus cachorros.
Que curioso esto de las parejas artísticas estables.No importa el tiempo,casi son atemporales y tremendamente fuertes.Yo soy actriz.Amo el escenario y a mi gente,nos acompañamos x segundos, por minutos, meses y a veces algo más.Suelo escribir en momentos de mi vida, y sé lo que es morir de amor ante un poema compartido, con sexo o no.Pero sí, con los ojos dentro del otro y las voces retumbando sonidos de lujuria.Los que amamos el arte conocemos también el orgasmo colectivo de los cierres aplaudidos.Susana (una mujer argentina)
Los Luna también son parte de mi vida,pero de su otra mitad que tienen escindida.Cómo yo quiero que diga la canción, que 25 años no es nada,sólo una bolsa amarilla llena de momentos e imágenes. Ellos son un clan y el útero materno la pieza que los aglutina.La Joaquina de aquí ha pasado de tener el pelo negro de dolor al rojo bermellón de aquella que ha conseguido,a fuerza de amaneceres,ver a sus cachorros como siempre soñó: simplemente felices.