por Rodolfo Naró
Fotografía en contexto original:drhectorgc
Antes era una lata ir al supermercado. Había que hacer filas para todo, para pesar la fruta, la verdura y el jamón. El pan nunca era del día. No tenían farmacia ni juguetes. En las cajas no había bandas automáticas ni los productos contaban con código de barras. El cajero se enfrentaba a una montaña de artículos con descuento y tenía que marcar el precio de cada uno. Pero lo peor, era llegar y encontrarte con que no había carritos disponibles, cuando por fin conseguías, después de disputártelo con una señora de 90 años que lo usaría más como andadera, resultaba que tenía una rueda chueca, cada dos metros te frenaba o si virabas a la izquierda, el carrito se torcía para la derecha.
Mi trauma de hacer la compra me duró desde la infancia hasta hace pocos años. Cuando llegué a vivir a la Ciudad de México la suerte me sonrió al quedar mi departamento justo enfrente de una Comercial Mexicana, la cual ha ido creciendo y modernizándose conmigo. Durante muchos años la señora que llevaba los asuntos de mi casa era la encargada de comprar los víveres, con más de diez trabajando conmigo conoció muy bien mis marcas favoritas, mis gustos y las medidas de mi apetito. Fue hasta hace un par de años que le encontré sabor a ir al súper, las semanas que Iride vino a visitarme. Cruzar la calle para ir a la Comercial Mexicana era como llevarla de tiendas, arreglada moderadamente, recorría los pasillos del supermercado con una elegancia casual de modelo Diesel. Con ella redescubrí nuevas marcas, empaques, vinos, frutas exóticas y latas de importación. Al preguntarle qué placer encontraba en ello, no supo si era su gusto por los embutidos o el privilegio de escoger los alimentos, me dijo mientras devoraba con sus dientes de ratona, una fresa envuelta en jamón serrano.
Yo le expliqué, que en México, el domingo es el día de mayor afluencia y venta en los supermercados y plazas comerciales. El centro de la ciudad está abarrotado de familias. Una costumbre que nos viene de la época colonial, le dije, no es una influencia capitalista gringa como muchos extranjeros creen. Ese día los indígenas de comunidades cercanas llevaban sus productos, granos y cosechas para mercarlos con la gente de la ciudad, apilaban las frutas por colores y tamaños, aprovechaban para ir a misa y dejar su diezmo. Tradición que ha sobrevivido hasta la fecha, haciendo que la tarde del domingo sea de paseo y compra, no como en Europa donde las tiendas y los grandes almacenes, por ley están cerrados. Los meses que pasé en Toulouse más de una vez me quedé sin qué comer el fin de semana. Como allá los espacios en las casas son tan pequeños y no se puede almacenar, la gente hace la compra a diario y yo tardé en acostumbrarme. Cuando andaba de turista, un paseo en domingo por cualquier ciudad es tan aburrido y triste, no hay quién barra las calles ni mendigos que pidan ni perros que aúllen, todo es silencio y soledad. Calles fantasmas de tardes monótonas como el pulso de un moribundo.
De vuelta en México, la renovación ha llegado casi a las puertas de mi casa, un pequeño y lujoso supermercado gourmet con productos importados, panadería especializada, pescados de diferentes océanos, nuevos cortes de carne, una cava de vinos con somelier incluido que aconseja sobre maridajes. Dividido por colores, piso de madera y música de ambiente más propia de una exclusiva boutique. Entre la panadería y los quesos de importación y a sólo a unos pasos de la chocolatería está la barra de pinchos y tapas, donde puedo comer, mientras hago el súper, un sushi, tomar una copa de vino de cualquier parte del mundo, un corte de jabugo con queso de cabra. De ahí me paso al área de cafetería y helados, estaciono mi carrito a la vista y disfruto de un express, hecho con granos de Italia o Brasil. El City Market se ha convertido en mi lugar favorito de ocio y reunión. Ideal para cerrar negocios o firmar contratos, para jurar amor, antes de pasar a la caja y hacer como que olvido el carrito repleto de excentricidades que en estos tiempos ya es imposible pagar.
____________________
Rodolfo Naró, poeta y narrador mexicano, su libro reciente es El orden infinito, finalista del Premio Planeta de Novela 2006. www.rodolfonaro.blogspot.com
0 respuestas a «City Market»
Ir a hacer la compra hace unos años, era ir a hacer la compra… hoy en día es ir como borregos a los grandes almacenes, aceptar los productos-casi todos de baja calidad-y ser atendido por un empleado que no tiene ni idea de cómo se corta un entrecot, cómo se limpia una japuta y no le
pidas que te deshuese un pollo…
Ir a la compra hace años, era ir a no ser engañado en cuanto a la calidad que se compraba, el carnicero te conocía de toda la vida y sabía que a tu hijo mayor le gustaba el filete finito y así lo cortaba para él, pero sabía que la carne picada , me gustaba súper picada y la pasaba por la máquina dos veces…el pescadero sabía que la japuta sin piel y los mejillones que no estén huecos..la panadería tenía el pan de tahona…los panaderos trabajaban 24 horas en turnos para poder servir pan a las panaderías al menos 2 veces al día,pan de verdad…no cómo el que compramos en las grandes superficies que aunque está siempre tan calentito,no deja de ser una masa congelada, vaya usted a saber desde que año atrás..a la vez,el qué se pueda comprar pan CONGELADO pero recién cocido en cualquier sitio, gasolineras, tiendas 24 horas, etc. Etc.. ha
servido para que los auténticos panaderos de profesión, dejen de existir, al igual que les está sucediendo a los auténticos carniceros, pescaderos, polleros…
En las grandes superficies, nos ponen todos estos productos frescos, carne, pollos ya cortados –con máquinas de cuchillas que abrasan y oxidan los productos frescos- no sólo eso sino qué, las piezas de encima son vistosas y debajo,nos meten los recortes que en una carnicería del barrio,nunca consentirías que el carnicero lo hiciese, pues le estas viendo como manipula los productos que vas
a comprar.
En España, en cada barriada-pero alejadas del núcleo-hay mínimo de 2 a 3 grandes superficies, estas,al igual que en el resto de los países,son grande gestiones,concienzudamente
estudiadas, para que socialmente enganche al ciudadano – normalmente, este, medio/bajo-nos ofrecen todo lo que ellos nos quieren dar y, nosotros agradecidos lo tomamos y nos sentimos encauzados al progreso que, en realidad un retroceso…
Cómo bien dice Rodolfo, en estas superficies hay de todo lo necesario para pasar todo un día entero, tenemos alimentación, ocio y, lo más importante de todo….
RUIDO Y MAS RUIDO Y UN POCO MAS…horrorosos momentos a la hora de intentar aparcar el coche teniendo que bajar a la planta menos -4. Se ven familias que van allí a pasar los días libres- sábados y Domingos- pues en realidad, así no se enteran de que están juntos…Hay mucha más cola a la hora de pagar que en las tiendas del barrio,horribles carritos repletos hasta los topes de productos con envoltorios por triplicado que después nadie reciclará..
No entiendo, cómo hemos consentido y seguimos consintiendo perder nuestras costumbres -al menos las buenas- las que caracterizaban nuestros barrios, nuestras vidas..las que
nos hacían ser distintos al resto.. Creo,que poco a poco nos estamos dando cuenta que ese no es el camino acertado y,afortunadamente,estamos rehabilitando antiguos mercados
que habían sido arrasados por las grandes superficies, me alegra saber, que al menos algunos aún saben lo que es autentico…Pero,lamentablemente,en este transcurso aniquilador ,algunos de los maravillosos lugares de ocio del centro de Madrid como puede ser la Sala «Pasapoga» y algún lindo y acogedor cine o teatro han desaparecido.
También han sido arrasados los 4 o 5 cines que había en cada barrio -limitando de esta manera a aquellos que no pueden desplazarse en vehiculo a los monstruos del ocio- Han sido eliminados debido a la enorme cantidad de salas de cines que se encuentran dentro de estos gigantescos espacios insensibles y sin ambiente qué crear pues, ya está
creado, por otros…nos ponemos gordos por la falta de movilidad,por la comida basura que nos ofrecen..pizzas, burger,hot dogs, tostas, KFC…allí nos las dan todas juntas…nos manipulan.
Lo dicho, con lo bonito que era tenerse que desplazar al centro a ver una película, caminar por cualquier calle céntrica o del barrio para hacer tiempo,parar tomar una buena cerveza o chato de vino ,unas tapitas..un poco de tertulia, un poco de…. esencia, por favor…
No puedo estar más de acuerdo contigo, Silasoy. Magnífico comentario. Muy bueno.
Yo vivo en un pueblo (pueblo residencial a 30 kms de Madrid) y, aunque no tengo un duro, todavía soy dueña de mi tiempo. Acudo a los supermercados (y no a los megaenormes, sino a los que tienen dimensiones humanas y eliges cajera porque las conoces y te conocen) para la gran compra de productos envasados: harina, azúcar, colacao, detergente, yogures, whisky…
Pero procuro hacer la compra de lo fresco en las tiendas del pueblo. Me encanta salir de la frutería con dos bolsas llenas de verdura, cebollas, lechugas, acelgas y que la cuenta no llegue a quince euros. Y encima el frutero me cuenta chistes y me pone adivinanzas, y puedo decirle «hoy no me hables, que tengo un día…» y él me dirá «¿y eso?¿qué te pasa?».
Otro apunte: cuando estuvimos en México- país de Rodolfo, insigne anfitrión-, nos sorprendió mucho ver que las afueras de las ciudades eran iguales que las nuestras: mismos megacentros comerciales, mismas marcas en carteles publicitarios que se elevaban muchos metros por encima del suelo, misma moda de ropa entre los jóvenes…
Queridas Silasoy y Marisol:
Qué razón tienen en que hemos perdido identidad en todos los países en nuestro afan modernizador y globalizado, por parecernos más a… perdemos nuestro pasado. En México son de fama los grandes mercados (acá en México todo se hace en grande, porque somos muchos) que afortunadamente en el DF siguen existiendo en cada barrio, a veces más de uno, donde está el carnicero de toda la vida y el pescadero y las frutas no pueden ser mejores, eso merece otra columna.
Me da gusto sus largas respuestas, sobre todo la tuya Silasoy, de eso se trata también mis artículos divertir y reflexionar. Sólo una aclaración que ya está manifiesta, en mi artículo City Market no menospreciaba los mercados, pues como les comento siguen existiendo en México, DF y es una delicia los sábados o domingos en la mañana ir a desayunar ahí unos buenos tacos de barbacoa o en Guadalajara, de birria de chivo.
Besos,
Rodolfo Naró