C.I. de S.
No dudes de mí, me dices con tu voz que ensordece al mundo.
No dudes, me dices cuando en la tormenta de nieve me dejo caer de rodillas.
Levántate y anda. ¿Ves aquella luz lejana? Yo estaré allí.
Y me levanto.
Y aunque ya he visto demasiado,
aunque ya he tenido suficiente de tu gloria
y me he jurado que no te daré un centímetro más,
ando.
Voy donde me dices.
Y allí estás tú.
De repente todo cobra sentido.
Y, cuando creo que al fin he llegado, que al fin puedo descansar, me dices:
Ponte en camino.
Y digo adiós a las gentes,
que siempre vivirán en mí,
y digo adiós a las cosas,
que nunca me importaron más allá del momento en que me sirvieron.
Y regreso a la soledad de tu compañía.
Aunque te ame,
aunque me ames,
aunque me ayudes a separar mares,
aunque a través de mí resucites muertos,
aunque todos abran la boca al escuchar tu palabra en mis labios,
nunca pronunciaré tu nombre.
0 respuestas a «Fe racional»
Muy buen relato el de «fe racional»,»aunque a través de mi se resusciten muertos» o se «separen mares»…no te pronunciaré.¡Que extremadamente difícil es reconocerla!!!!!,quizás le pondremos otros noombres….Su