por Pedro Lluch
Retrato de Shklovsky
Una de las más interesantes aportaciones del formalismo ruso, la escuela crítica de principios del siglo XX, es el concepto de singularización (ostranenie en ruso, también traducido como desfamiliarización). Explicada por Shklovsky en Art as device (El arte como procedimiento, 1911), la singularización es el procedimiento mediante el cual “el Arte procura remediar el automatismo de la percepción”, según explicación de Claudio Guillén que pesco en un prólogo a Cien años de soledad. Sigue explicando el maestro: “Las formas literarias consiguen la desfamiliarización (ostranenie) de lo poco o no percibido, haciendo posible la visión de los objetos recuperados, el descubrimiento consciente de las conductas y los sentidos”.
El artista de continuo se enfrenta a la necesidad de singularizar aquello que su Arte representa. El pintor ha de calibrar su brocha, su gesto y su paleta para lograr plasmar lo que en su mente ve. No le basta seguir la tradición, no ha de repetirla, ha de continuarla. Ha de buscar su camino, ha de abrirlo. El escritor no puede limitarse a hablar de “nieve blanca”. Ha de pintarla con otras palabras que igualmente rindan su blancura o el efecto que la nieve produce. El cineasta que sale a la calle a filmar una escena se esforzará en colocar la cámara allá donde mejor se desvele el sentido de la escena, o combinará planos que, sin estorbar al relato, enriquezcan la historia. Se logra así que el observador, o el lector, pueda de esta nueva manera descubrir lo que ya conoce, pero ahora desde otro foco, desde otra perspectiva, con otra locución, con otros colores. El mérito del artista no estriba en contar nuevas historias, sino en forjar nuevos relatos. Otro formalista ruso, Propp, ya evidenció que eran 31 los argumentos básicos del cuento, y a estas 31 situaciones recurrentes se limita todo. De ahí que la Literatura (esto es: el Arte de narrar) sea sobre todo la maña que uno dedica a relatar una historia desde una nueva narración.
La singularización, el desmarque, el collage, la excentricidad, la morosidad, el ritmo, la modulación del lenguaje, entre otros procedimientos, son todos mañas aptas y necesarias para lograr una nueva manera de mostrar las cosas.
Ahora bien. También está el problema del qué. ¿Qué se muestra? ¿Qué se cuenta? ¿Qué se pinta o filma? ¿Cómo singularizar lo contado?
Una boutade que se atribuye a Marcel Proust dice así: “Basta con mirar un tiempo una piedra para que sea interesante” (“Il suffit de regarder longtemps une pierre pour qu’elle devienne intéressante”).
Así lo creo, en efecto. Cualquier objeto, cualquier piedra, cualquier momento del día, cualquier cosa es digna de ser representada; y si esta representación se lleva a cabo con unos ojos nuevos, entonces se logra un pedacito de Arte. Bastará un papel y una pluma, o un lienzo, o el barro o el celuloide del film.
Basta para eso con dedicarle un tiempo lo suficientemente largo para, remansándose en él, abrazar la realidad de dicha piedra, de dicho momento. Flotando en la observación que nos lleva, ser conscientes del flujo que se crea entre el objeto y nosotros. Entre la puesta de Sol y nosotros que la miramos, disfrutando de los malvas, de los rosas y púrpuras que gradúan el crepúsculo y viendo también el tiempo sin embargo detenido frente al mar y el cielo, en un risco solitario; entre la piedra y los matices que en ella descubrimos, y que están en nosotros, pues en nosotros hallamos los colores y sus nombres y en nosotros reconocemos la caliza del granito; entre la piedra y nuestra mirada monolítica, entre la piedra y el piedro. Y escribir luego todo esto de cierta manera que no haya sido anteriormente dicho, en cada frase poniendo tanta verdad como sea posible.
Escribir, así, la felicidad de un charla en la cocina mientras se hornea una espalda de cordero. O el sabor saltarín de un reencuentro. O la agria memoria de una última conversación, (o su amarga anticipación). Y siempre desde la singularización, desde lo singular, y desde la extrañeza (ostranenie) que no debe nunca dejar de causar el mundo.