Miguel Pérez de Lema
Y luego nos dicen que ésta ha sido una guerra sin imágenes. Quién sabe, a lo mejor las casco-cámaras están patrocinadas por Sony para inspirar la nueva generación de juegos de la Play 3, que con esto de la crisis parece que no se vende todo lo que debiera.
Supongo que es también una sinérgica forma de reclutar a los niños y adolescentes de hoy para las guerras del mañana y el pasado mañana. Guerra como juego, juego como guerra. Cada vez es más difícil distinguir la realidad de la ficción, lo decimos siempre, y de tanto repetirlo ya no significa nada, aunque es más cierto cada día.
Mi hijo, con 9 años, ha aprendido a matar de cien maneras distintas, ha conducido tanques, pilotado bombarderos, ametrallado comandos terroristas, emboscado columnas, y peleado a cuchillo con miles de enemigos de todas las épocas, países y razas.
Si le pongo este vídeo no va a sentir nada nuevo.
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Y, si te fijas, no se ve nada: soldados abriendo puertas a patadas, civiles que duermen, explosiones que siempre se prooducen lejos, como mucho, un herido y a plena luz del día… Cualquier videojuego muestra más la realidad de la guerra.
No Marisol. La guerra es así. Cosas que pasan lejos; cuando pasan cerca es que te han dado, y entonces no estás para contarlo. Véase la batalla de Waterloo en el incipit de no sé qué novela de Stendhal.
Y en relación al uso del helmet-cam como recurso estilístico cinematográfico, véase Generation Kill, de la HBO. No sé si la han dado o piensan dar esta serie en España. Yo he visto algunos capítulos andando de forastero y es espectacular cómo plasma la guerra de esta generación de nuestros hijos.