Miguel Pérez de Lema
La vida, el mundo, la cosa, se divide también entre Billy el Niño y Pat Garrett.
Los dos acabaron mal, pero Pat acabó peor. En el fondo, uno lee sus biografías, y detrás del mito hay dos pobres hombres tratando de sobrevivir en un mundo lleno de miseria, violencia y corrupción. Pero Billy acaba siendo recordado como un héroe y Pat como un canalla. La épica es cuestión de ética.
El Billy fotografiado se empeña en cuidar su imagen rebelde, su prestigio violento, su vocación mestiza. Ya es un mito en el territorio -con 20 años debe la vida de 22 hombres- y en mitad de la escapada le piden un minuto para que pose. Para que ponga cara a la leyenda. Posa con el revolver bien visible, y por si hubiera alguna duda, se apoya además en su rifle. Se apoya con la mano de presumir, que muestra dos anillos enormes, anillos como de príncipe de la iglesia, como de virrey, como de botín de capitán pirata. Sobre la camisa collares indios y encima del chaleco dispar una gruesa chaqueta de lana, se diría que es la imagen del hombre que lleva todas sus posesiones encima, un hombre a la carrera.
Un hombre hecho a retazos, siempre deprisa, primero galopando para hacer cumplir la ley de los poderosos y luego huyendo de esos mismos poderosos que han decidido cambiar de sitio la línea roja de la ley. Es la ley la que cambia, no Billy.
Y el pobre Pat. Un jugador, un hombre de la frontera amigo de forajidos que ha visto un día la posibilidad de redimirse y salvar el pellejo. De dejar de cabalgar y poder dormir dos noches seguidas en la misma cama. Hay que hacer un trabajito, algo sencillo, sólo hace falta vender el alma al diablo.
Pat va hecho un pincel. Su retrato es un retrato bien hecho, de estudio caro. Lleva el uniforme de la respetabilidad, el cigarro humeante del bienestar, y la mano traidora escondida en el bolsillo del pantalón. Esa mano que empuñará el arma con la que matará a su viejo amigo Billy, sorprendiéndole en la oscuridad de la noche, metido como estaba en la cama con su novia mexicana, desnudo y desarmado.
Dicen que a Pat lo mataron un tiempo después disparándole por la espalda, pero eso a nadie le importa. Lo que nos puede interesar de esta historia es la división de la vida, del mundo, de los hombres, en los hombres Pat y los hombres Billy. Nos gustaría pensar que hemos estado siempre del lado de Billy, pero quién no ha tenido alguna vez su juicioso y miserable momento Pat Garrett.