Miguel Pérez de Lema
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A veces le trato de explicar a mi hija que debe tener respeto por los viejos. No hay nada más estúpido -ni más inevitable- que la suficiencia de la juventud ante la ancianidad. Los viejos ya son todo lo que ella o yo hayamos sido, somos, o podamos llegar a ser. Conocen las trampas, los atajos, los recodos, las sombras y las fatigas del camino. Por eso guardan silencio. Porque saben.
Un muchachito muy gótico y chirigótico y atormentadito compuso este tema -«Hurt»-. El anciano Cash, ya al final de su verdaderamente atormentada vida, lo escuchó, le gustó y pensó: «Creo que sé de lo que habla esta historia, tal vez yo podría cantarla a mi manera».
Y la cantó y grabó este vídeo, y justo luego se murió.
Y el muchachito gótico y chirigótico dijo: «Sí yo la compuse, pero esta canción le pertenece a Cash, él la hizo suya». El muchacho había aprendió la lección. Callar cuando los viejos hablan.
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Hay tres opciones. Sólo dos de ellas me parecen dignas:
1- Vive rápido, muere deprisa y deja un bonito cadáver.
2.-Conviértete en un anciano sabio.
La tercera, es la de la tele: opérate la vejez para parecer más joven.