Mi buen amigo aragonés oriental,
menudos patriotas del fútbol estamos hechos los dos, porque yo tampoco vi el partido. Por aquí no lo emite nuestra todopoderosa tele local -a cambio a veces nos da gloriosos partidos del Rayo, luchando por subir a segunda-. Aquí sólo lo daban en la secta y yo no tengo el aparataje necesario. Verás que en la meseta estamos que lo tiramos.
¿Y la radio? La radio apagada. Paco y Manolo, hasta el año que viene.
¿Y la liga? La liga acabada, muerta antes de nacer.
Los 100 millones de Laporta, la cobardía/prudencia de la presidencia del Madrid, más Villar, más el ilustre colegio de árbitros, más la estafa Robben -en Chelsea aun siguen de fiesta con nuestro dinero-, más el culebreo con Ronaldo -el Madrid nunca quiso ficharlo de verdad-, más el desprecio de Robinho, más la gomina del del la gomina, más las lesiones en masa -ni preparación física tenemos-, más el engaño a Míchel, más el fichaje del manchego trincón, más los partidazos de la Premier que sí puedo ver, me dispusieron en contra de este campeonato. Dos títulos seguidos y a poner el club en barbecho, es lo que por aquí deducimos que sería esta temporada. Que le den la liga al Barça y a otra cosa.
Quizá llegue el momento en que empiecen a quebrar los clubes de fútbol en cadena, como los bancos americanos, y entonces daremos por buena la cobardía de no gastar un euro esta temporada. Quizá el Madrid se ha dedicado a salvar los muebles y a esperar a que escampe.
Después de todo, el Madrid es sólo un club. Cosa muy distinta del Barcelona, que es más.
Y ese más es lo que no soportamos por aquí, ese más que es tanto como decir que los todos demás hijos de Dios somos menos. Ya sabes lo que pienso, tron, no me hagas hablar.
No creas, con esto, que no hay desgarro y sufrimiento en mi blanca alma. Pero no lo hay, desde luego, por lo de este fin de semana, que me han dicho que fue una ocasión perdida para taladrar al Madrid. La manita se la tuvo que meter más de uno en el bolsillo.
Deportivamente, lo mejor de la semana ha sido la plata de las chicas del balonmano. Qué pedazo de seres humanos. Eso sí que merecía la pena.
Bueno boy, me despido deseando que ande todo bien allá por el oriente de Aragón.
Todo tuyo,
Miguel Pérez de Lema
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derbi y posliteratura (3)
Amigo Miguel, mesetario y cándido (por blanco) amigo:
He de admitir que el vocativo (aragonés oriental) con que abres tu carta me ha descolocado. De maño tengo poco, sino una baronía sita en las vegas del Ebro que da lustre a cierta parentela lejana. Medio cantabrón sí soy, y con honra y jolgorio cada vez que estoy con los primos de mi madre en tierras santanderinas. Y Mediterráneo. Y algo de oriental acaso, lo admito, que por lo de tanto recorrer tierras y ciudades de Alá, y recrearme en las tardes y el bullicio de las callejas, mercados, puertos y desiertos de allende el mar, se me habrá pegado. Pero maño, aragonés, poco. Soy, y creo que alguna vez ya hemos comentado el caso, incluso en público, catalán. Habiendo esto quedado claro, vayamos a lo que vamos.
Permíteme que te tire de las orejas por colgar en el blog, y exponer al público escrutinio, nuestra correspondencia privada sin previamente haberme solicitado permiso. Me he sentido colgado y ponderado en público como si fuera un nacionalista periférico en manos de don Manuel. Y da yuyu, como comprenderás, vista la experiencia letal de don Manuel, que ya sabes que en la senilidad los hay que padecen regresiones y no quisiera yo ser ponderado en el garrote por él. Pero admito que me lo tengo en parte merecido. Era ya la segunda o tercera puya que te enviaba instándote a que siguieras deleitándonos con tu prosa balompédica, como solías en aquella tu columna de Proscritos la Revista. De alguna manera también me alegro de haber logrado el objetivo. Al trapo azulgrana que te he plantado delante has embestido con ganas; has entrado al trapo, sí, aunque me parece a mí que con finura de torero mudo has escabullido los pitones sin rematar la faena. Parecías el de Galapagar volteándote finamente en mitad de la arena sin dejarte rozar por el cornúpeta.
Releo tu respuesta y quedo confuso. Puedo compartir contigo la anorgasmia patriótico-futbolera que mencionas (de hecho nunca me ha puesto el fútbol, bien lo sabes: ya escribí sobre la tirria y alergia que las alegrías reventonas como claveles rojos que se dieron el verano pasado me produjeron). Pero me pierdo en tus explicaciones. Mencionas a famosillos, a gente engominada (me pregunto: ¿al rematar de cabeza a puerta, con gomina logran darle efecto a la pelota? no lo sabía), que si fichajes, que si millones de juergas con Chelsea, que supongo es la hija de Clinton, que si unos y otros… Sólo te ha faltado mencionar a la Conferencia Episcopal extendiendo (con la consagrada mani a las que el clero nos está acostumbrando en España) extendiendo, digo, su bula y amparo divino sobre los desvaríos que cuentas y que no he entendido (porque no siendo aficionado a la comedia, desconozco a los comediantes que mencionas). Y sobre todo: hay una cosa incompatible con la blancura pura de tu alma (que yo sé que así es, pues hasta esta periferia relumbra su fulgor candeal; y observa que no digo virginal, porque a estas alturas, mal iríamos, ¿verdad?). Una blancura como la tuya no encaja de ninguna manera con esta frase que, espero, no lean tus pálidos conmilitones. ¿Qué es eso de que “le den la liga al Barça y a otra cosa”? La gravedad de tu estado me la figuro, tras leer este sacrilegio, más peor, mucho peor, de lo que sospechaba.
¿No será que, no habiendo excusas, las buscas y encuentras todas y en ellas te atrincheras (desviando posteriormente la atención sobre unas plateadas jugadoras estiradas) y te retiras en espera de mejores ocasiones? Sí, eso me parece, y francamente, haces bien, amigo cándido, pues temo que las huestes de Guardiola van a relevaros en guardias, imaginarias y aun en las peores pesadillas si Juande, Dios, o Rouco no intervienen. Y no es que el Barça sea más que un club, es que hoy parece estar jugando mejor que otros, con más maña (¿será porque son aragoneses orientales, como dices?), y fuerzas hoy que ya se verán más adelante si perduran. Que la Liga es muy larga, amigo, no desesperes, no pierdas la Esperanza, que ella con sus calcetinitos blancos y su canesú os llevará de nuevo hasta la victoria y más allá, que los trances por venir en esta liga no son pan comido (en esta como en otras muchas ligas, por cierto). ¿Cuántas son las ligas que se nos han atragantado en el último bocado? –sin ir más lejos por ejemplo: La liga desligada de nuestro flamante estatut, que más que liga ha quedado en triste calza arrastrada por el despropósito de unos, la mala fe de otros y la candidez cuatribarrada de más de uno. Muchas son, pues, y tú lo sabes, las ligas que han volado, pues algún bocado ha ido allá (con el colegio de árbitros empuñando la cucharilla y haciendo rrrrrrrrrrrrbbbbrrrrr abrre la boquita, niño, que entre el avión), hasta ese rompeolas (¿o era sumidero? ¿o desagüadero?) de todas las Españas que es la Madrid. Y con suerte, tal vez, siempre podremos decir que os quedará la UEFA. O no.
En cualquier caso, yo, sin saber de fútbol, no voy a extenderme. Tú eres el que sabe. También tú eres el que calla. Y volveré a mis zapatos, que me queda mucho camino por andar. Es más: allá por el frío de febrero espero compartir una caña en vivo y en directo contigo. Y no hablaremos entonces de política, ni de fútbol, sino de lo que de veras nos importa: ¿es más cara una caña en la plaza de Santa Ana del Madrid del Barroco o en la plaça Reial de Barcelona?
Con saludos cordiales me despido y te permito, ahora sí, que desnudes mi alma y mis querencias en el “blog papier que la blancheur défend”.
Pedro Lluch
Post-data: si dan por la tele un partido de las mozas plateadas, dame el toque. Me gustará verlas.
jajjajaja. Algunos políticos deberían aprender de vosotros dos.
Por cierto, Pedro, el de la gomina es Pedja Mitjatovic o como se escriba, director deportivo del Real Madrid. Que hasta yo sé eso, hombre.
Ves Marisol, documentas mi razón. Gracias.
Yo no sé de fútbol. Y en este lance me da la impresión de haber sacado a ese tertuliano que todos, en esta piel de toro, llevamos dentro; sólo así se explica mi verborrea.