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Morfeo zas las cumbres

por César de las Heras
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La curva de las cavilaciones siempre es ascendente. Hoy he reflexionado sobre cosas sin sentido, y he llegado a la conclusión de que los sentidos no necesitan la lógica para mantener su situación, es más, puedo palpar ausente, y al despertar, observando mis manos, rara es la mañana en la que no descubre todo lo que he tocado horizontal. La vida somnolienta me hace ver el fondo, y me hace agradecer al transcurso, el hecho de que muchas veces me sitúo al otro lado, justo en la falta de consciencia, justo en la divagación de mis ojos cerrados. Me muevo poco, y cuando lo hago me giro alternativamente, mi disposición sobre la cama la dicta mi reflejo en un techo sombrío incapaz de sostenerme, esa no es su función. Duermo ligero y si roncase no sería yo, sería mi alma encabronada. Miles de horas en el limbo, calentito y a la espera, estirado y solo, completamente solo, momentos largos de silencio en los que nadie me pregunta por qué callo, en los que nadie espera mi opinión, en los que no me siento obligado a escuchar ni a cumplir gran parte de las funciones propias de mi especie.

Siempre he dormido bien, tan bien que a veces me sonrío, es una de las cosas que mejor sé hacer, cierro los ojos y zas, desaparezco en mi interior. Sé que duermo en camas porque siempre me despierto sobre una, sé que me leen por que a veces alguien cercano me sorprende con su felicitación, no obstante dudo, y no puedo asegurar que ahora mismo, en éste preciso instante, esté despierto, del mismo modo que no podría asegurar que alguien me lea, puede que lo digan para alegrarme los momentos valle. Llegado a este punto, y con la duda razonable de que no haya nadie al otro lado, y la razonable intranquilidad que me produce el pensar que estoy yo solo, que no hay nadie, que la vida detrás de mis ventanas es una recreación de mis ratos en off, que juanita nunca existió, que mi teclado es un parpadeo de mis dedos sobre las nubes, que la nieve no es más que agua vestido de blanco, que Beltrán ha venido a mi lado solo para gruñirme y asegurarse que no esté todo en silencio, que la crisis la he imaginado para levantarme cada mañana con la intención de que no me parta en dos la espada de un tal Damocles, que probablemente también he inventado yo, y que por lo tanto y lógicamente escribo para no tener que hablar conmigo mismo, intentaré girarme otro ratito y aferrarme a mis sábanas de franela, ellas sí me entienden.

0 respuestas a «Morfeo zas las cumbres»

Veo veo…

Hoy me he asomado al ventanal norte de la planta 6ª donde paso 6 horas del día, son las 6 de la tarde y, no, no es el 6 del 6 del 2006, aunque la fecha parece aproximarse.

A estas horas, ya ha caído la tarde y tanto la sierra de Madrid como los edificios de la ciudad – los cuales puedo divisar perfectamente desde aquí- se encuentran envueltos en una amalgama de dorados, lilas, verdes, anaranjados
haciéndome estos sentir y disfrutar , mi propia Aurora. Veo bastante de cerca el modernísimo edificio del Hotel Avda. de América, también este aporta colorido a mi Aurora.

Veo el reloj digital del edificio IBM de numeración encarnada, marcando sin prisa , pero sin pausa el tic tac de la vida… marcando cada minuto imparablemente, haciéndome
conocedora de mi rutina…tic tac tic tac.. y recordándome a la vez que es parte de la vida.

Veo la M-30 con circulación dirección Sur, faros blancos de excesiva brillantez que observándolos con los ojos a medio cerrar o a medio abrir.. dejan de tener forma para convertirse en un río de hielo.

Veo todos esos coches y pienso en las personas que van dentro, que van en dirección a sus destinos, dirección a sus vidas, a las vidas que cada uno de nosotros tenemos y
que resultan ser cada una de ellas, un universo aparte. Pienso en como pueden sus vidas desarrollarse, de que manera viven, como será su convivencia , y dentro de
esta convivencia , hay otros seres que son también un universo.

Veo desde mi coche y en la oscuridad de la noche ,según me dirijo a casa, bloques de pisos con sus persianas alzadas permitiéndome la indiscreción de ver ligeramente su interior, veo la luz que sale del interior de esas casas, veo algunas formas y sombras que son de personas, de universos que están viviendo sus vidas, y me doy cuenta, mejor dicho, reconfirmo lo que siempre he pensado… por qué nos creemos el centro del universo, cuando existen tantos otros… en realidad, somos una diminuta partícula y no nos damos cuenta de ello…

La relación es NINGUNA. Y celebro que alguien más que yo lo diga. Es una foto del propio César, no de ningún actor. ¿Ves César cómo no tiene ningún sentido meter fotos tuyas que no tienen nada que ver con los textos?

Y Pedro, no me des la charla con que yo soy la editora y blabla. La he publicado a propósito porque estoy harta de pelarme con César por el tema de las fotos y quería que fueran los propios lectores quienes se lo dijeran. Así seguro que no tendré que volver a discutir con él el mismo asunto un millón de veces más.

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