por Hijadecristalero
Imagen en contexto original: spanish.visitcardiff
Hoy mi hija había quedado con unas amigas en el centro comercial.
No me hace ilusión que ése sea el lugar en el que pasan la tarde los adolescentes que todavía no tienen edad para salir por la noche, pero es lo que hay si quieres ver y que te vean. Este es un pueblo pequeño y hoy está el día lluvioso, no hay mucho más que hacer.
A los pocos minutos de haber concertado la cita, la han vuelto a llamar: que a Fulanita sus padres no la dejaban ir. Por lo visto les da miedo el centro comercial- en el que hay un guarda jurado cada metro y medio y cámaras por todas partes- porque consideran que está lleno de drogadictos. Cuando mi hija me lo ha contado, me he echado a reír. Me sorprende que en pleno siglo XXI, haya gente de mi generación que crea que a las puertas de los colegios hay pérfidos camellos regalando drogas a los niños.
A los padres de la amiga de mi hija les dan miedo los drogadictos, a los que imaginan agazapados a la puerta de Zara esperando incautos menores que corromper. Supongo que en sus acobardadas mentes, esos malvados seres tienen el rufianesco perfil del malo de los dibujos animados. No se dan cuenta de que, los drogadictos abstractos a los que tanto temen, van a clase con su hija y viven un par de calles más abajo.
La vida es un campo de minas y esos padres, en lugar de enseñar a sus hijos a sobrevivir en él, crían seres humanos de invernadero. Que lo tendrán muy difícil cuando salgan a buscar su lugar en el mundo, y tengan que dar un paso detrás de otro sin haber visto nada más que las paredes de su casa.
A mí me da miedo su miedo.