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Adicciones General

Celulares anónimos, 3

Por Clara Castillo
Fotografía: (c) Santiago Gª de Leaniz Caprile
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Dicen que todas las adicciones empiezan y terminan con algún dolor. Yo no sé dónde empieza el mío. ¿Cómo encontrar la herida cuando soy la herida? El vértigo-vacío-violeta: otra de mis frases de adolescente intelectual. ¡Qué ridícula! Y, sin embargo, no he encontrado nada que defina mejor el agujero, la sensación de estar perdida en un universo indiferente. Y frente a ello, las palabras con su capacidad para redimirnos o condenarnos. Las palabras, que nunca son nuestras del todo, como el ser amado.

Un día, la pantalla volvió a parpadear. Había pasado una noche fatal y, por la mañana, mientras subía el café, lo vi. SMS: TE EXTRAÑO, MUJER AZUL. Al recibirlo, sentí lo que sienten las mariposas a punto de echar a volar. Mi corazón esponjado de nuevo, mis pulmones liberados de la carga de respirar tanta tristeza. “Clarita, tu hoy tienes mucho peligro” me dijo sonriendo mi jefe en cuanto llegué al Café Central. Contento al verme servir copas, poner música, sonreír, sí, sonreír. SMS: MUJER AZUL SIN TI LAS BRUJAS DE LA MELANCOLÍA SE APODERAN DE MI. El segundo mensaje me llevó al clímax total.

Bueno, he decidido dejar de flagelarme, van litros y litros de agua vertidos por el desagüe y aún no he dicho casi nada, o lo que es peor, aún no he dicho la verdad. Los mensajes me mantuvieron feliz durante algunas semanas, planeando en la ola de mi propia felicidad. Una pequeña tregua, sí. Cierto es, también, ¿para qué voy a negarlo? que era yo quién se los auto enviaba, que después de hacerlo la primera vez, ya se pierde el pudor y los demás vienen rodando, cada vez más audaces, cada vez más románticos: SMS: MUJER AZUL, ME GUSTARÍA DEJARLO TODO ATRÁS Y PONERME A CAMINAR CONTIGO HASTA EL LÍMITE EXACTO ENTRE LA SALVACIÓN Y LA LOCURA.

También es cierto que desde que me encontré con él por casualidad paseando con su mujer por la Gran Vía, e hizo como que no me veía, he pasado varios días perdida en la bruma de la desesperación, encerrada en la trastienda del Central, hasta que mi jefe me encontró ayer, a la vuelta de sus vacaciones, débil, enferma, sin ganas de vivir. A la deriva. Entonces, su ultimátum. “Clara. ¿Es qué no te das cuenta que estás enferma?” “Acepta la realidad” me dijo. Eso es lo que dicen todos. En terapia no lo paran de decir. Y tienen razón. La realidad.

Y, sin embargo, no puedo dejar de preguntarme si escribirse mensajes a una misma es un engaño mayor que creerse los mensajes de amor de un príncipe bluetooth.

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SMS:

MUJER AZUL… SI CREÍSTE QUE YA NO TE IBA A COMENTAR… ERRASTE.
AQUÍ ESTOY PARA COMENTAR APLAUDIR TU ADICCIÓN AL AMOR.
Y ESTE MENSAJE NO TE LO ESTAS ENVIANDO TU.

NO ESTAS ENFERMA, ERES LA MÁS EXCEPCIONAL DE TODAS CRIATURAS DE ESTE PLANETA.
SER TAN BUENA PERSONA, TENER ESA FUENTE INAGOTABLE DE AMOR Y TANTAS ENERGÍAS PARA DARLO A LOS DEMÁS, HASTA EL EXTREMO DE TENER QUE ENGAÑAR A TU CORAZÓN Y MENTE… ES DE ENVIDIAR PARA TODO EL GENERO HUMANO.
QUIZÁ SEAMOS EL RESTO LOS QUE SOMOS ADICTOS A LA ADICCIÓN DEL AUTOENGAÑO Y AL NO SABER BUSCAR LA VERDADERA FELICIDAD… DANDO LA CARA COMO TU.

MUJER AZUL… SIN TU AMOR… ESTO NO SERIA LO MISMO.
FELICIDADES.

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