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A vueltas con el Estado

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: livecop
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Leo que al juez Rafael Tirado, instructor del “caso Mari Luz”, aquella niña que fue asesinada por un hombre que debía llevar tiempo a la sombra, le han multado. A él y a otros funcionarios.

Me da asco ver cómo intentan engañarnos: “Hemos encontrado al culpable- nos dicen desde arriba-, y va a pagar por ello”. El responsable de que Mari Luz muriera, no es el juez, ni los funcionarios judiciales. Es el Estado y, más en concreto el Gobierno. O todos los Gobiernos que han ido legislando sin preocuparse de dotar al Poder Judicial de medios que les permitieran cumplir las leyes.

El Gobierno ha ido sacando leyes que brillan en los telediarios: todo el que hable un poco alto a la mujer, a juicio rápido (algún día, cuando supere la experiencia, os contaré cómo son); todo el que se despiste en la autopista y acelere más de la cuenta es un delincuente, todo el que se fume un porro en la calle: multa de 300 euros. El Gobierno es el Gran Hermano que vela por nuestra seguridad- qué pena que no puedan conducir por nosotros-, y nos regala palabras, esto es: leyes imposibles de cumplir porque no hay policías, ni funcionarios, ni cárceles, ni presupuesto para alimentar a tanto preso… Nos regalan palabras y se creen que con eso cumplen con su deber.

Vi el otro día un pequeño reportaje del centro en el que se procesa la información de todos los radares de España, es decir: la mayor fábrica de multas del país. Había muchos empleados y ordenadores modernos, igualitos (humanos y máquinas) a los que los jueces llevan años reclamando. El director de la que, probablemente sea la empresa más odiada por los españoles, presumía de batir records y tardar sólo dos semanas en enviar la denuncia a casa del “delincuente”. Y se nos vende como un gran éxito lo que en realidad sólo es una política recaudadora.

No nos cuentan que muchos de esos casos, conseguidos con modernos radares y procesados por la última generación de ordenadores, van a parar a unos juzgados en los que obstruyen todavía más la labor de la Justicia. Justicia que, como la Sanidad y la Educación, no termina de colapsarse del todo por la buena voluntad de los funcionarios, que se queman día a día viendo cómo se acumula el trabajo, los papeles y la rabia del contribuyente.

Unos porque privatizan la Sanidad y la Educación.
Otros porque sobrecargan a los funcionarios con promesas electorales.
Chicos, el Estado se está convirtiendo en algo muy feo.

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