Texto: Carmen K. Salmerón.
Foto: Manugon.
Ingredientes para 4-6 personas.
– 4 dientes de ajo.
– 1/2 kg de puntillitas congeladas (frescas también valen, por supuesto, solo que son bastante más caras. Si el proceso de congelación está hecho como Dios manda, inmediatamente después de su captura, conservan más intactos los nutrientes que las frescas).
– 2 tomates medianos bien rojos, rallados (rallados quiere decir triturados, no es que se les haya ido la olla, ni que esté dopados hasta los pistilos. Para evitar esto último, mejor no los compramos de invernadero).
– 200cc (1 vaso) de vino blanco para guisar.
– 4 tazas medianas de arroz.
– 8 tazas medianas de caldo de pescado o agua.
– 1 hoja de laurel.
– 1 hoja de parra.
– 1 puñado de uvas de Ohanes.
– Sal yodada.
– Aceite de oliva virgen.
– 1/2 cucharadita de café de pimentón de la Vera.
– Una pizca de colorante alimentario.
Lo primero es descongelar las puntillitas. Para eso, o bien las dejamos fuera del frigorífico la noche anterior, o bien en el momento de ponernos a cocinar, las descongelamos en el microondas (marcamos el peso y damos a la tecla descongelar. Los microondas de hoy en día, que son muy inteligentes, saben cuántos minutos necesitan. Si casualmente el tuyo fuera de los primeros, excelentes piezas de museo, prácticamente extinguidos en su totalidad, inténtalo con 9’ a la potencia mínima. Si no quedan aún descongelados, prueba 1’ más).
Mientras se van descongelando las puntillitas, pelamos los ajos y los majamos en el almirez con una pizca de sal.
En una paila (también vale un wok, ese apero oriental que tan de moda está ahora y que tan corta vida tendrá: se pega más que una garrapata a un perro), ponemos un chorro de aceite de oliva que cubra el fondo. Cuando empieza a calentarse, le echamos el majado del almirez. Damos unas vueltas y agregamos las puntillitas. Dejamos freír a fuego medio. Movemos de vez en cuando. A los 5’ aproximadamente, vertemos el vino y la hoja de laurel. Subimos el fuego para que los vapores etílicos se fuguen. Una vez comprobada la reducción del caldillo, ponemos el tomate rallado. Dejamos a fuego fuerte hasta que rompa a hervir. Bajamos al mínimo. Si tapamos el recipiente, nuestra cocina y la encargada de limpiarla, lo agradecerán. Dejamos sofreír unos minutos. Removemos de vez en cuando. Cuando el tomate empieza también su proceso de reducción (es que este arroz usa un poco la técnica reductiva de los jíbaros), adjuntamos el arroz. Movemos. Agregamos el caldo de pescado o el agua. Subimos el fuego hasta que rompa a hervir. En ese momento lo bajamos al mínimo y dejamos que el arroz se haga despacio. Tardará entre 15’ ó 20’, depende de la clase y textura de arroz. Una pista es cuando el agua está casi consumida. Conviene echar en ese momento el colorante, el pimentón de la Vera y la sal. Removemos con delicadeza y dejamos reposar unos 10’. ¡Está de rechupete, se hace en 1/2 hora, dificultad: 2º de primaria y por menos de 10€ comen bien alimentadas 4 ó 6 personas!
Lo servimos adornándolo con una hoja de parra y acompañado de un puñado de uvas de Ohanes: las más populares del planeta, las “culpables” de que cada Noche Vieja pidamos nuestros deseos según las engullimos, las que cuentan con más sales minerales y nutrientes que el resto de sus compañeras. Dicho por los grandes nutriólogos, sin duda, las mejores uvas de mesa. La mezcla de sabores dulce y salado hacen de este arroz una delicatessen.
RECOMENDACIONES:
Este plato está especialmente indicado para los niños: a casi todos les encanta las puntillitas y los chopitos. No lleva tropezones, que los niños –y muchos adultos- son pejiguerillos para estas cosas.
Además, las aportaciones de vitamina del grupo B que contiene el arroz, mejora a los enfermos de depresión y melancolía, mantiene a punto el sistema nervioso, baja la tensión y el colesterol “malo”. Por otro lado, el arroz contiene cantidades importantes de hidratos de carbono. Esto lo hace ideal para las dietas de los deportistas aeróbicos. Tengamos todo esto en cuenta los diabéticos para configurar el puzzle del menú diario y unidades de insulina.
De las cuantiosas propiedades de las uvas, hablaremos en otro capítulo.