Categorías
General Sexo

El ángel (3)

por Pedro Lluch
despedida.jpg

Me llevó a desayunar a San Ángel. Era domingo, había un mercadillo de abalorios y cosas para turistas, también tenderetes de pintores, lucía el sol otra vez. Nos sentamos en la terraza. Desayunamos tamales y tortillas, cafés y risas con huevos revueltos, estrellados les dicen allí, bien sazonados.
Nos mirábamos a los ojos y nos reíamos.

Me llevó a ver ruinas viejas, palacetes de tiempos de las colonias.
Me llevó a Teothiuacán y subimos una pirámide. El viento racheado movía el pelo contra su cara. Sólo tengo una foto suya, tomada allí, en un rellano de la pirámide del Sol, o de la Luna, no recuerdo, la que está al final de la avenida, y en ella se la ve con sus gafas de sol, la camisa abombada por las rachas de viento, la avenida de los muertos abajo, con los turistas como muñequitos.
Estuvimos mucho rato sentados en lo alto de la pirámide. Me contó secretos de familia, también yo vacié el baúl de mis penas. Nos besamos. Luego, antes de volver a DF, nos paramos a beber una cerveza en un hotel, junto al recinto arqueológico, en su patio, junto a la alberca. Recuerdo los cactus, la cerveza con hielo, el cielo que se anubarraba, el tiempo detenido liándose en las enramadas. Un niño tirándose al agua, luego silencio de nuevo, sólo el viento que me trae su perfume racheado, recuerdo de intimidades de no hace muchas horas.

Entrando en la ciudad reventó un neumático del coche. Y lo cambié. Ella me miraba, sonreía. Sé que me tomó en foto, mientras yo bregaba con las tuercas.

En su piso, más tarde, me dijo que había dos opciones: a la derecha (su cuarto) o a la izquierda (la puerta y la calle). Seguimos por la izquierda y volvimos a enredar nuestras horas entre trago y trago de tequila. Sé que Lowry nos acompañó, y los muralistas mexicanos, y un par de amigos suyos escritores también, pero estuvimos ella y yo mano a mano ese fin de semana, solos.
No la he vuelto a ver, a mi princesa azteca. Está lejos. Pero su recuerdo me alegra. Y sé que desentraña verdades insondables cuando se lo propone.

0 respuestas a «El ángel (3)»

Añorado DF, si llego a saber que vas te habría mandado unas frases para que las fueses soltando por Chapultepec, por el zocalo, por la Garibaldi, por San Angel…, recuerdos de cogorzas sin límite sobre los cimientos de tenoctitlan. Sigo y te leo, un abrazo a esa princesa azteca que, quien sabe, quizás pasó por mis manos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *