Extractos del libro Seduciendo a dios
Uno
Soy una Elegida.
Entre todas, yo.
Por alguna razón que ignoro y que no necesito conocer.
Aunque no sé quién me envía, no reconozco más padre que el que me dio los apellidos, ni me someto a ningún dios.
Me basta con saber que tengo una misión.
Como Jesucristo, Osama, o el Coyote. Nací con un destino y hacia él me dirijo: morir en la cruz, morir matando, o morir de hambre.
O quizá de un cáncer de pulmón.
Morir, en cualquier caso.
A lo largo de mi vida he ido sembrando tantas expectativas que no me queda más remedio que alcanzarlas, o mis discípulos descreerán de mí, todo sacrificio habrá sido en vano y mi fracaso será mi locura. La línea que separa el éxito de la demencia es tan fina que sé que puedo atravesarla en un descuido, ya lo he hecho antes, pero algún día quizá no haya retorno. Quizá me canse de luchar, de nadar en este océano interminable, de hablar y hablar y hablar, y trabajar y trabajar y trabajar para no conseguir nada; y ese día cerraré mis labios y me tumbaré en la cama hasta que me lleven a un lugar en el que pueda permanecer en mi universo, lejos del mundo que he venido a cambiar.
Si quieres saber más: Seduciendo a dios