por Carmen K. Salmerón.
Fotografía: Manugon
Las huevas son altamente nutritivas, están diseñadas para alimentar extraordinariamente al ser que empieza a configurarse en su interior. La vida empuja con fruición. Hay que ser pues moderado en su consumo, no porque engorden, que no lo hacen, si no para no agarrar un empacho feroz.
Ingredientes para cuatro personas:
– 2 botes de judías rojas hervidas.
– 1 cebolla pequeña (o media grande)
– 1 diente de ajo.
– 25 almendras tostadas o fritas con piel.
– 1 pimiento verde, tipo italiano.
– 1/2 lata de tomate crudo triturado (unos 150gr).
– Aceite de oliva.
– Sal (con mesura).
– 1 hoja de laurel.
– 1 cucharadita de café de colorante alimentario.
– 10 ó 12 cominos.
– 3 ó 4 vasos de agua.
– 250 grs. de huevas de merluza congeladas (unos 80 grs. Por comensal)
Picamos la cebolla finita y echamos en nuestra cazuela, preferentemente de barro (recordemos que el barro proporciona más sabor, tarda más en calentarse y una vez retirado del fuego mantiene más el llamado calor residual).
Echamos la cebolla a la cazuela, digo, cuando el aceite que hemos puesto en ella (unas 3 cucharadas soperas), empieza ligeramente a humear. Ponemos el fuego al mínimo, para que no se queme la cebolla que, como viene siendo normal en estos menesteres, ha de quedar transparente. Sólo conseguiremos esta reacción química, con la ayuda del fuego bajísimo. Mientras la cebolla se va transformando, picamos el pimiento verde en tiras alargadas, ya que así queda mucho más vistoso y a juego con el rojo de las judías. ¡A la cazuela a acompañar a la cebolla! En un almirez machacamos el diente de ajo y los cominos (recordemos que además de un inconfundible sabor a cocina andaluza, el comino es un gran aliado a la hora de facilitar el proceso digestivo) juntos. Antes del majado, echamos por encima un poco de sal, para que el ajo no decida emprender el vuelo emulando al challenger. Listo el majado, echamos a la perola. En el mismo almirez sin lavarlo, para conservar el saborcillo y propiedades antisépticas del ajo, echamos la mitad de las almendras. Majamos y a la perola. Mismo procedimiento con la otra mitad. Damos unas vueltas al sofrito y a los 15 ó 20 segundos, vertemos el tomate crudo triturado. Removemos, tapamos y subimos el fuego. En el momento en que empieza a bullir, minimizarlo, remover y volver a tapar, más que nada para que nuestra cocina no parezca el nuevo escenario de la última versión de “Sé lo que hicisteis el último verano” y, para que no perdamos el tiempo que tardaríamos en volver a dejarla como una patena; se trata de ahorrar tiempo. Cuando el tomate lleva 1 minuto cocinándose con todo lo demás, destapamos con cuidado, removemos y echamos los 2 botes de judías, previamente lavadas. Mezclamos todos los ingredientes meneándolos y dejamos 15 ó 20 segundos, transcurridos los cuales, echamos el colorante, removemos, el agua (el agua apenas debe cubrir, de lo contrario, dejaría el guiso deslavazado), removemos, subimos el fuego y echamos la hoja de laurel. Tapamos. Cuando rompa a hervir (que tardará un par de minutos si llega), poner una pizca de sal (la sal que te cabe en tres dedos, más vale en este caso no llegar que pasarte), echar las huevas enteras, tapar y bajar el fuego. Dejar cocer todo despacito 10 ó 15 minutos. Es muy importante que el caldo en el que se harán las huevas, haya llegado al punto de ebullición, pues de lo contrario, las huevas se deshacen y se pierden en el guiso. Es otra modalidad, pero no en este caso. Apagar, dejar reposar unos minutos, corregir de sal si fuera necesario, sacar las huevas y partirlas en rodajas de 1 cm. Quedará un plato muy colorista. Si quieres realzar el color, no le pongas colorante.
Texto: Carmen K. Salmerón.
Foto: Manugon.