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Ensalada en el Cáucaso

Por Pedro Lluch
Fotografía Sophia Mizante
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La República de Georgia ha decidido mover ficha y ha enviado sus tropas contra Osetia del Sur para acabar con la secesión de los Osetios, amparados por el poderío ruso. El ejército ruso se ha quitado la máscara de peace-keeper y resueltamente ha contraatacado: cinco de sus aviones han sido abatidos sobre territorio georgiano. Los tanques con la cruz roja sobre fondo blanco de San Jorge están que arden, literalmente. Las últimas noticias (sábado 09-AGO a las 11h00) indican que las columnas blindadas rusas han retomado la capital de Osetia del Sur, su 76 División aerotransportada está entrando en acción. Georgia ha decretado la movilización general. Los abjacios han entrado en Gali (zona de mayoría georgiana) y atrincherado tropas a lo largo de la frontera. Los dos batallones georgianos estacionados en Irak hacen el petate y se vuelven a casa.

Rusia mantiene una serie de bastiones alrededor del Cáucaso y del Mar Negro. Transdnistria en Moldavia, Abjazia y Osetia del Sur en Georgia, y bases militares importantes en Armenia y en la península de Crimea, en Ukrania, además de una guerra sucia y enquistada en Chechenia, intervenciones esporádicas en Daguestán… El great game del siglo XIX sigue vigente, a menudo al amparo de la OSCE.

Europa se juega mucho en esta región caucásica. La ubre inmensa del gas y del petróleo de Asia central transcurre por ahí: es el proyecto Bakú-Tíflis-Ceyhan que llevará, se dice, un 50% de nuestro consumo energético en 2010. Pero, mientras tanto, Europa mira los fuegos de artificio en Beijing. Panem et circenses.

Y sin embargo es preciso alzar la voz. Transdnistria es un coladero de trata de blancas, de comercios ilícitos (drogas, armas), al igual que Osetia del Sur, al igual que, en general, todo este mundo que, a la periferia de lo que fue el Imperio Soviético, se descompone sin mínimos vitales, sin recursos, sin seguridades jurídicas de ningún tipo. Un patch-work de nacionalidades (ingusetios, cosacos, armenios, rusos, osetios, azeríes, turcos, abjacios…), de lenguas (véase este mapa wikipedia lingüístico de la zona), de fidelidades (pro-iraníes, pro-turcos, pro-rusos, pro-europeos…), un entramado de rencillas históricas, de memorias emponzoñadas… El Cáucaso tal como siempre ha sido, el Cáucaso en su esplendor.

Veremos columnas de refugiados, veremos carros blindados disparando o ardiendo, soldados corriendo de un lado al otro, ráfagas de ametralladores y cazabombarderos soltando bombas. Ya me imagino a la caterva de aguerridos corresponsales yendo en pos de las imágenes y retransmitiendo la muerte de la primera víctima de todas las guerras, la verdad, dando voz a un lado y al otro.
Y celebraremos las medallas de nuestros campeones olímpicos (hoy ha caído la primera, de Samuel Sánchez) con una cervecita en las eras, cuando haya caído el Sol. Y volveremos de las piscinas y comentaremos las imágenes de la guerra con un “Qué horror” seguido de un “Pásame la sal, que me parece que la ensalada está sosa”.

En aquel julio de 1995 en que ocurrió lo de Srebrenica, la ensalada también estaba sosa. Y seguirá sosa cuando estalle Nagorno-Karabakh.

0 respuestas a «Ensalada en el Cáucaso»

Por favor, amigos ruso, deja tu AK 47 y canta conmigo, que estoy muy sensible estos días.

Rusia no se olvida de Kosovo. (Peón por peón)

No pienso perderme ni un segundo de olimpiadas. Estoy ansioso porque empiece el atletismo. Pan y circo, quién los pillara.

(Te recomiendo el programa de Gomaespuma cada noche a las 12 en la 2)

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