Los niños se han ido unos días fuera.
Hay un anómalo silencio en la casa: nada de guitarras eléctricas, ni de ¿sabes qué?, ni de mamáaaaa, me ha quitado el maaaaando. Nadie se queja por la comida, nadie se pelea por saber a quién le toca ir a por el pan o quién fue el último en barrer la cocina.
No hay que hacer comidas, ni desayunos, ni cenas, no hay que poner una lavadora diaria ni montañas de ropa por planchar.
No hay que predicar con el ejemplo y puedo comer mientras trabajo en el ordenador, poner los pies encima de la mesa, dejar la cama sin hacer, beber a morro y hasta traer hombres a casa.
Soy libre: puedo quedar con los amigos a la hora que me dé la gana, salir a tomar una caña y dejar que el aperitivo se prolongue hasta las cuatro, tirarme a ver la tele sin compartir el sofá, hacer llamadas de trabajo sin miedo a voces inesperadas y escribir sin interrupciones.
Necesitaba estos días de soledad para preparar el hormiguero para el invierno.
Necesitaba estos días sin responsabilidades familiares y me siento liviana.
Y sin embargo, las habitaciones vacías de mis hijos hacen un extraño eco en mi interior.
0 respuestas a «Sola en casa»
¿Síndrome de Estocolmo?
Bien visto, MPL ¿maternidad como perpetuo síndrome de Estocolmo? Conste que la ideíta me la has dado tú jajaja
Nos referimos al síndrome de estocolmo doméstico de mujeres maltratadas? El calor hace maravillas!!! Esto es EL COLMO jajajaja
Maternidad, o paternidad, o cualquier otra responsabilidad, mi ingeniosa amiga.
¡ Eres una artista…!
¡Jajajaja! Bueno, no sé si los escritores entramos en la categoría de artistas 😉