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Hablar de la crisis

Por hijadecristalero
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Leo el artículo de Miguel sobre el cénit del petróleo y veo los videos que ha colgado en él.

Valencia y Cataluña se van a adelantar a la huelga de transportes por la subida del gasoil. Mi coche es de gasoil. Cuando lo compré, hace dos años, me costaba entre 45 y 50 euros llenarlo. La última vez que lo llené, hace dos semanas, me costó 62, probablemente menos de lo que me costará llenarlo mañana.

Y yo voy al trabajo andando. Sólo muevo las cuatro ruedas en el fin de semana, para salvar los treinta kilómetros que me salvan de casa de mi madre y mis hermanos o para ir a comer a casa de algunos amigos que viven también lejos. Hace tiempo que mover el coche es un lujo para mí. Trabajo cuarenta y una horas a la semana repartidas en seis días. Tengo un sueldo de 784,19 € al mes. Como me prorratean las pagas, cobro 910, ahora 980 con los famosos “400 euros de Hacienda”. Ni qué decir tiene que tengo otro trabajo secreto. Éste, de 41 horas y media a la semana, no me da ni para pagar el alquiler. Pero no todo el mundo tiene el privilegio de haber tenido una educación que le permite trabajar, además, por Internet desde casa. Hay mucha gente que gana, única y exclusivamente lo mismo que yo, doscientos euros arriba, incluyamos a los mileuristas. Y ahora nos dicen: suben la luz y sube el gasoil. Y subirá todo lo demás: si al panadero le vuelven a subir los precios los transportistas, la compañía eléctrica y los de la harina, subirá todo.

Salgo a la puerta de la tienda a fumarme un cigarro. Casi todo el que se detiene a charlar conmigo- casi todo el que pasa por la calle- me habla de la crisis. Muchos empiezan a comentarme que la cosa se ha agravado porque hablamos demasiado de ella.

Yo no veo la tele ni hago caso de lo que dicen los periódicos. Sólo sé que muchos meses tengo que pedirle a mi hijo 50 euros para acabar el mes. Y no voy jamás de compras, mis hijos sólo tienen un par de zapatillas, van a colegio público, nunca comemos o cenamos fuera salvo que nos inviten, los dueños de los bares nos conocen de vernos pasar por la calle. Vamos, que ni el coche muevo. ¿Quién tiene tanto interés en que no hablemos de la crisis?

Me da miedo que la negación de la realidad comience a ser un virus contagioso que nos consuele y nos busque la ruina. Cuando vienen mal dadas no conviene escuchar ni a políticos ni a tertulianos. Conviene apagar la tele y la radio, cerrar el periódico, el ordenador, y sacar los extractos de nuestra cuenta bancaria y echar cuentas entre lo que ganas y lo que te cuesta vivir. Escuchar lo que te dice el dinero, la única realidad que hoy por hoy compra comida.

Y tabaco.
Este cigarro que me salgo a fumar a la puerta de la tienda para contaros todo esto, es el único lujo que me queda.

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