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mi primer día de escritor

Por Pedro Lluch
Fotografía en contexto original:locurasdeunyo
escribir1.JPG

Me despertaron los raudales del sol chorreándome la cara. Hoy es mi primer día de escritor, me dije. Y me levanté, me preparé el café y lo tomé a sorbos lentos, sentado en mi sofá rojo, con los pies apoyados en la mesa baja llena de libros del salón, con la radio dando cuenta de las noticias. Me acordé de un conocido que me dijo: «Mi proyecto literario es tener tiempo para tener un proyecto literario». Sonreí. Luego me fui vistiendo.

Luego desperté a mis hijas, mimitos y arrumacos, la leche y un par de gritos para que recogieran pijamas y zapatillas, y los dientes y un poco de cepillo y de por favor. Lo normal una mañana de cole. Al cole las acompañé y me volví a casa.

A continuación cogí el coche y me fui al centro a hacer fotocopias. Los escritores que no tienen fotocopiadora van a menudo a estos establecimientos que no se acaban de definir donde puede uno fotocopiar papeles y comprar bolis y tal vez también carpetas o camisetas estampadas con la foto del sobrino. Allí estuve un rato, entregué un paquete de folios, solicité que los copiaran y encuadernaran y me dijeron que volviera en hora y media. Y anduve por el centro mirando chicas, escaparates, parándome moroso en los semáforos y escogiendo con cuidado la terraza donde deseaba tomarme un cafelito mientras leía las noticias del periódico del día anterior. Cuando hube acabado café y lectura, recogí mi encargo y me volví a casa. Deposité en la mesa baja el paquete de fotocopias, me entretuve en la cocina, liquidé una cerveza mientras se freía un primer plato un tanto desamparado y decidí que era el momento de echarme una siesta.

Tras la siesta me alivié con una pajilla para relajar tensiones y me dispuse a enfrentarme a la tarde del escritor. Pero antes me duché, me afeité y me cambié de ropa. Me sentía bien, limpio, fresco, perfumado. Conecté el ordenador, me senté delante de su pantalla negra un rato y enseguida necesité (con esa perentoria necesidad compulsiva con que se necesita hacer cualquier otra cosa) cotejar la traducción española de las memorias de Saint-Simon con el original (traducción a cargo de Consuelo Berges). Y se me fue la tarde hasta que llamó alguien y me arrastró (mentira, mentira) y decidí ir a verle, y juntos ir a ver a un tercero, y juntos los tres nos fuimos a recorrer las viñas aledañas a la masía de este último amigo, que nos convidó a un pastís que, frente a la chimenea, degustamos entreverándolo de charla amena. Siguió un reserva de la Ribera del Duero, un excelente Pesquera, con jamón. Y ya de noche un buen rato por carreteras oscuras de vuelta a casa, feliz, levemente ebrio.

Me metí en la cama y pude concluir que estaba bastante satisfecho de mi primer día de escritor. Seguía sonriendo.

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Esto me recuerda una anécdota de hace muchos años, cuando yo trabajaba para editoriales.
Tenía varios amigos que presumían de escritores, y en nuestras tertulias habituales solían quejarse de que nadie les publicaba.
Un día, el editor me ofreció la posibilidad de montar un libro con relatos de escritores inéditos, y corrí a ponerlo en conocimiento de mis amigos para que me enviaran sus textos a la mayor brevedad.
Cuál no fue mi sorpresa al descubrir que ninguno de ellos tenía diez páginas mínimamente legibles: habían consumido los mejores años de su vida hablando de escribir, pero no habían escrito nada.

El libro nunca llegó a publicarse.
Para ser escritor hace falta disciplina, trabajo, rigor y, sobre todo: escribir.

La vieja querella diletantes Vs escritores.
Y también, por encima, hay los escritores del no, de Vila Matas.

Vida de escritor o Escribir la vida.

Me gusta mucho la última parte. Pedro Pla. Sólo falta un suquet.

Yo empecé hace tiempo una cosa que se llamaba Días de escritorio, igual lo continuo. Aunque no creo.

Fontaneros, electricistas,albañiles , todos ellos pueden ejercer su profesión como freelance, ellos trabajan a destajo pues cuantos mas desatrancos, cableados o ladrillos pongan,más ganan, ellos tienen definida su profesión y es sota , caballo y rey.

Los escritores, artistas, compositores etc, dentro del género «ingeniar» son los mayores freelance, pero son tan «free» para desarrollar su ingenio,que no siendo que tengan un encargo concreto que les delimite, puden estar infinitamente en busca de la novela , escultura, tema musical que les haga llegar a la cúspide y con lo cual corren el gran riesgo de no llegar nunca pues cada dia enrristra a otro y nunca empiezan o acaban de definirse y al final, ni sí ni no, ni todo lo contrario. Mi hermano lleva diciendo desde hace 30 años que se va a comprar la Harley se dejará el pelo largo y recorrerá el mundo, pero ya tiene 55 está calvo y con artrosis, con lo cual….

Escribir es un principio vital…pero luego está el oficio, coincido con Manuel Rivas en que : «El labrador que no labra la tierra no es labrador, el escritor que no escribe no es escritor»…
Lo que pasa es aquello del terror al folio en blanco o la pantalla del ordenador; eterna, infinita, feroz frente a nuestra pequeñez.
Escribir es vivir.
Escribamos.

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