Madre no hay más que una.
Cuando tenía quince años creía que una buena madre era la que todo lo consentía. A los cuarenta y dos agradezco a la mía que me enseñara a luchar. A los cuarenta y dos sé que las cosas resultarían más difíciles de no haber contado siempre con su amor incondicional de madre y abuela, sin las broncas que de vez en cuando me echa, los abrazos con los que prodiga consuelo y las comilonas con las que nos obsequia. Además, también tengo que agradecerle que me diera unos hermanos con los que me divierto y en los que puedo confiar.
De jóvenes nos creemos que volamos muy alto, pero en realidad nunca dejamos de dar vueltas alrededor del nido, y a medida que nos hacemos viejos paramos cada vez más en él.
Hoy mi madre irá a buscar a la suya mientras yo meto prisa a mis hijos para que se duchen y se vistan. Nos juntaremos cuatro generaciones alrededor de la mesa de la abuela. La bisabuela hace tiempo que está demasiado mayor para organizar saraos. El día de la madre es sólo una excusa para juntarnos, a nosotros lo que nos gusta es celebrar, sentirnos parte de nuestra familia.
Felicidades, madre. Y gracias por enseñarme a cimentar.
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Si siempre quise a mi madre, cuando me tocó serlo a mí , sentí que no había sido suficiente y que la debía aún mas amor y comprensión y entendí que es un vínculo eterno y que solo tendrá fin el último día de mi vida.
Una mañana lluviosa de otoño, en solo tres minutos se la llevó.
Solo puede acompañarla y de la mano, ayudarla a pasar esa
difícil barrera … , madre, debes irte ya , no esperes más , no es que no te necesite pero tu mereces descansar, debes seguir adelante sin parar , te quiero madre y por eso debes partir ya.