Por César de las Heras
Tremendo amanecer,
pliegues de la noche,
rastros de un cuerpo horizontal
varado entre unas sábanas
que no abrazan los costados,
que acarician y entienden.
Discreta al menos
al recubrir tu espalda.
Hemos hurgado juntos
todos los pliegues de la piel
sin encontrar el nexo
del corazón acelerado.
No te daré más
de lo que ya te he dado,
no reconozco tu olor
y los paseos por tu piel
no me relajan,
cansan los miembros.
0 respuestas a «Tremendo amanecer, 4»
La luz anaranjada del amanecer
Se cuela por los ojos de la persiana
Despertando el deseo acallado con el sueño
No necesito oler para reconocer.
Papilas gustativas en los poros de la piel
Mientras se entrelaza mi espalda con tu pecho
No necesito que me den más
Me vale con el recuerdo
Del sabor a leña
Del olor a vino
Del color del gemido
Del destello de tu mirada
Sigo manteniendo mi alma en vilo
Sigue el corazón inquieto
Tal vez si.
Tal vez necesite más
…
Otro Tremendo Amanecer?
Tal vez.
Para asegurarme de que
No necesito que me den más