Por Pedro Lluch
Salgo corriendo de todas las camas: unas porque están vacías, otras porque son compartidas.
He de aprender a reprimir el impulso que me arranca a correr de un lado a otro sin ir nunca a ningún sitio. Disfrutar de las sábanas cálidas tras la noche, y de la quietud en soledad. Disfrutar también de la compañía cuando uno la descubre tendida a su lado, tal vez durmiendo, tal vez ya apartando los velos del sueño poco a poco.