Categorías
General Sexo

erotic massage

Por Pedro Lluch
Fotografía en contexto original: victoriamasajes
masaje.JPG

El frío, el intenso frío del Báltico. Toda la mañana recorriendo las calles de la antigua Reval, de Tallin, pero no, ¿es quizás Vilnius? Bueno, no sé, ya no tiene importancia, podría ser Kiev o Minsk; el viajero pierde el tiempo y el Norte, sin el Sol, bajo el cielo espeso de estas latitudes encapotado opaco espeso uniforme inmóvil asfixiante y la cara cizallada por las rachas heladas de viento.

La cena a solas. Parejas que cuchichean, camareras que no hablan inglés, y la larga soledad de la pinta a solas en un rincón en penumbra mientras espero me traigan el primer plato. Borsh picante, que es como si un cocinero hubiera vertido su último vodka a la sopa de repollo rojo; de segundo un buen beef-steak, (medium, please, y lo traen crudo). Y de postre media pinta, otra, de cerveza. Pero el cuerpo sigue destemplado. El frío de todo el día se ha instalado muy dentro, y siento la desazón de quien está lejos de casa. Peor aún: vivo la consciencia de un piso aún vacío, aún desangelado, y de una habitación de hotel que podría confundir con otras muchas. Y me reconcome un deseo que sólo ahora, en libertad, quiero concederme, que sólo ahora puedo satisfacer.

Y busco y encuentro.

Es una puerta discreta en un callejón cerca del hotel. No he de esperar mucho una vez pulso el interfono. Se abre la cancela y paso. Una flecha indica Chinese massage. Y es china la música (frágil, como de vidrio) que me acoje al entrar. Y de golpe quedo cegado por el vaho que empaña mis gafas. Sólo la música y un olor a sándalo. Una mujer tras el mostrador me sonríe y espera. An erotic massage? Yes please. Ok. Pago. Please, follow me. Y tras ella voy por un pasillo hasta una habitación donde gorjea una fuentecita de agua y me espera una camilla y un colgador. Del techo se derrama la misma suave frágil sutil musiquilla de instrumentos de cuerda y voces plañideras. Me gusta el olor de la madera que cubre el suelo (y cruje). Me desnudo y espero.

Fully naked, me dice la chica al volver. Me inclino y me despojo del bóxer. Ella, discretamente, se ha girado y tiende una toalla sobre la camilla y con un gesto me invita a tenderme sobre ella boca abajo. Hundo mi cara en el agujero al efecto y me dejo en sus manos. Mis brazos cuelgan a ambos lados. Ella se mueve a mi alrededor masajeando la espalda, las piernas, los pies, la espalda otra vez, los glúteos, los muslos, el cuello, los omóplatos, las lumbares, las corvas, sus manos aceitadas, resbaladizas, los dedos paseando sin prisas la presión por todas partes, también en las nalgas, se acercan hasta el perineo, bajan y suben por los muslos, provocan lo que han de provocar, y en la posición que tengo acomodo como puedo la erección; espero, disfruto, no hago nada.

Turn around. Me giro. En decúbito supino, ya poco puedo esconder. La miro: ella no está sorprendida, ni expresa sentimiento ninguno. Es una teutona hermética que apenas habla inglés. Que me maneja sin mirarme, como si fuera ciega. Sencillamente manipula a conciencia mi cuerpo, el cuello, el pecho, las costillas, una pierna, los empeines, la otra pierna, los muslos, los genitales, el vientre, el pecho de nuevo. Lleva un négligé horroroso de raso rojo. Es medio rubia y a ratos cierra los ojos y deja que sus manos se muevan arriba y abajo, embadurnadas de crema, suavemente explorando todos los recovecos de mi placer, ahora crecido, arriba y abajo, henchido, pacientemente mecido, arriba-abajo, media torsión en la punta y bajamos, a su ritmo, mis caderas no pueden resistirse, y hacen amago de moverse, se mueven, la acompañan, relax, dice ella con voz apenas audible, y se arrima a la camilla, apoyo una mano en su cadera, la dejo hacer, hacer, le toco el culo, sigue, sigue. Una mano en los testículos, la otra acariciándome (resbaladiza y cálida, arriba-abajo) mi carne trémula que se alza y boquea enhiesta. Sigue, sigue.

Llego.

Luego de limpiarme con tisúes, me señala la ducha con una sonrisa y dice Relax, and then shower. Le doy las gracias con media sonrisa. Soy un pelele desmadejado, descargado. Intensamente vivo. Ella lo sabe; me deja a solas con los restos de mi placer.

Al llegar al hotel me tiemblan aún las piernas. Pero ya no es de frío.

0 respuestas a «erotic massage»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *