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Ser madre (8) (el día del padre sin ídem)

Por Marisol

Mi padre, al que tanto debo, al que tanto amo, al que cogí las manos para que muriera, está enterrado bajo una lápida en la que pone: lo importante es pasarlo bien. Y nunca deja de acompañarme.

Hace mucho tiempo que mis hijos no ven a su padre.
Toda la familia se esmera en hacerles un huequecito especial para paliar su ausencia y entre todos conseguimos que crezcan felices.
Pero, hace años, cuando todavía nadie entendía nada, cuando nadie quería escuchar que la cocaína era la única responsable de que mis hijos no tuvieran padre, cuando todo el mundo creía que yo estaba loca, hubo dos personas que me ayudaron, y mucho, a paliar el dolor de mis hijos.
El cariño, la entrega de ambos fue primordial para aquellos días en los que mis hijos estaban perdidos y necesitaban creer que algo de lo que les rodeaba era real. Qué no habrá hecho Cris para que me vieran con sus ojos, que no habrá hecho David para arrancarles unas carcajadas. Qué abrazos, qué risas, qué complicidad. Qué sanadora resultó su amistad para mi pequeña familia herida.
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Hoy, dos días del padre después, quiero mandarles desde aquí un abrazo.

Feliz día del padre, papá.
Gracias por la familia que me diste,
gracias por enseñarme todo lo que sabías.

0 respuestas a «Ser madre (8) (el día del padre sin ídem)»

(Emoción)
Ya sabes que no acostumbro a comunicarme con las letras pero esto si quería dejarlo escrito.
Os quiero (porque me da la gana).

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