Por Hijadecristalero
Imagen en contexto original: ojodigital
San Valentín nublado y frío.
A lo largo de todo el día he visto pasar por delante de la tienda a hombres cargados, unos con ramos de flores, otros con orquídeas.
A las doce el estómago me rugía y he cruzado a comprar un tentempié a Opencor. Hombres atemorizados por las previsibles consecuencias de su olvido, compraban estúpidos regalos de San Valentín que mañana costarán diez veces menos.
A las dos he cerrado la tienda y he ido a comprar el pan: el mostrador lleno de tartas con forma de corazón.
El telediario de las tres dedicaba una sección a los regalos y las celebraciones de San Valentín, hace unos meses nos hablaban de nuestra secular tradición de Halloween.
Durante toda la tarde, he seguido viendo pasar las flores ¿quién dijo crisis?
El dinero es sexy, soy la primera que se pone loca de contento cuando un hombre tira la pasta por mí. Pero me daría pena que lo hiciera porque la tele le recuerda que tiene que quererme.
Y me he acordado de mi chiste favorito:
– Cariño- dice él- te voy a hacer un palacio para que vivas como una reina.
– Anda y hazme un manicomio, para follar como una loca.
A las once de la noche, un antiguo novio me ha pedido que escribiera sobre él.
Éste es mi regalo de San Valentín para él, que de manicomios sabe un rato.