Miguel Pérez de Lema
Recuerden ustedes mañana al levantarse que ahí fuera hay una crisis financiera salvaje. Los grandes bancos norteamericanos están cayendo en picado desde hace tantos meses que ya han dejado de ser noticia. Somos tan estúpidos que creemos que lo que deja de ser noticia deja de existir, y el suelo sigue agrietándose bajo nuestros pies.
Al terminar este año, en el ranking internacional de bancos según su volumen de capitalización (la pasta que tienen) los puestos 1, 2 y 4 corresponden a bancos chinos.
Los puristas dicen que son bancos públicos y que por eso no los tienen en cuenta, que deberían estar fuera de las listas. Los puristas creen que por seguir viendo el mundo con las gafas del S XX, seguimos en el confortable S XX.
Los puristas son la clase de personas que recomendaban seguir comprando Jazzteles y Terras a 100 euros.
Por supuesto, el que los bancos 1, 2, y 4 estén controlados por gobierno chino los hace aun más poderosos.
Y a nosotros nos sigue dando como un poco de risa todo lo que tiene que ver con Charlie.
Que Dios nos coja confesados.
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Esa es la innegable realidad macroeconómica.
Sin embargo, mira la realidad del individuo, mira qué carita más triste tiene la mujer de la foto. Y no pediría jamás una baja por depresión, porque esas son enfermedades de ricos.
China debe ser un país con cientos de millones de caritas tristes que no tienen nada que perder. Frente a eso sólo me ocurren soluciones demasiado «naif». La depresión no llega al ser humano hasta que éste lo consigue todo.
Y quizá sea el orden natural de las cosas: quienes dominan acaban sufriendo depresión porque tienen demasiado y, mientras, los «bárbaros» aprovechan la debilidad del amo para hacerse con el mando. Quizá lo mejor sea dejar que China se haga dueña de todo.