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Dinero y virilidad (3)

Por hijadecristalero


Fotografía: Ecoclub

Estoy sustituyendo por las tardes a una compañera en la tienda del polígono industrial.

Hoy ha venido el jefe de buen humor con uno de los obreros rumanos, no me sé el nombre de éste, no le había visto antes. Por mi tienda no pasan casi nunca, yo sólo trato con señoritos y señoronas. Se parece a un actor de estos que sólo saben poner cara de mala leche y repartir hostias, aunque él tiene una sonrisa agradable y está cuadrado, muy fuerte. El clásico tipo al que seguro que le da morbo una tía con cara de golfa despistada, gafitas elegantes y torcidas, melena entrecana y un par de peras maternales (mamá está lejos).

En Navidad nadie quiere hacer obras y los chicos se cogen vacaciones. El jefe y él se han ido a una mesa que está más o menos a salvo de miradas indiscretas- el jefe es listo, se sienta de espaldas a mí para que no vea el trasiego de dinero-, pero yo he estado atenta a todo. Los dos estaban demasiado concentrados en las cuentas para fijarse en mí. Me gustaba cómo hablaba el jefe y cómo llevaba el tema, me gustaban mucho los muslos de mi compañero proletario y sus espaldas de un metro. Pero más me gustaba su cara de hombre que está hablando de lo que ha ganado partiéndose el lomo, su mirada segura de sí misma. Qué dignidad. Qué hombría.

Ha contado el dinero, se lo ha guardado en la cartera, se la ha metido en el bolsillo trasero del pantalón, se ha despedido del jefe y de una servidora, le hemos deseado Feliz Navidad y felices vacaciones.

Y, mientras él salía me he quedado admirando su rabioso culo.

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0 respuestas a «Dinero y virilidad (3)»

Qué razon tienes. Gracias por abrirme los ojos con tu brillante comentario. Hay que ser muy tonta para mirar el culo de un inmigrante- proletario como yo- que está buenísimo, es currante y habla español mucho mejor que tú.

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