Por Inés Zarza
Solo hay presente.
Confieso que aquel día en la cabina me resultaba difícil mantener la concentración. Traducía en un congreso internacional de Psiquiatría centrado en los Trastornos Depresivos. Durante mi turno de descanso, mi mente no dejaba de vagabundear.
De pronto, entre un maremagnum de cifras, siglas y conceptos, oí a mi compañera mascullar al micro: “….a causa de la ruminación”.
¿Ruminación? Rumination????. El término sonaba sospechosamente a digestión de rumiantes. Pero nadie del público se dio la vuelta para mirar con sorpresa ( o cachondeo) a la cabina. Es más, a los pocos segundos, mi colega repitió con igual contundencia: La ruminación es uno de lo síntomas más comunes de los trastornos del animo, especialmente la depresión…
Durante el resto de la conferencia pronunciada por un jovencísimo profesor australiano aprendí que la ruminación es un síntoma que consiste en la repetición incontrolada de pensamientos negativos que vuelven una y otra vez a nuestra mente alterando nuestro estado de ánimo. Me pareció un descubrimiento fantástico. Sobre todo cuando afirmó que todos ruminamos en mayor o menor medida. Ya se sabe, mal de muchos….
El problema surge cuando la ruminación domina nuetra mente y nos impide funcionar con normalidad. Y esa es una de la mayores angustias que sufren los enfermos de depresión, su falta de capacidad para controlar pensamientos negativos que se repiten y se repiten en una interminable espiral. Pensamientos sobre el pasado o sobre el mañana. Pensamientos que pueden hacer de la vida un infierno.
Se calcula que una de cada cinco personas en el mundo sufrirá un trastorno del estado de ánimo a lo largo de su vida. La comunidad de psiquiatras alerta sobre el hecho de que dichos trastornos pasan a menudo desapercibidos o se tratan demasiado tarde para obtener una adecuada respuesta al tratamiento.
Hoy por hoy (aparte de los tratamientos habituales con antidepresivo o terapias CTB: Terapias Cognitivas del Comportamiento) hay poco realmente nuevo para aliviar a los millones de personas que sufren depresión en el mundo.
Y es, precisamente, en Australia donde se está aplicando con éxito un método alternativo para tratar la depresión. El programa Mindfulness, basado en el control de los pensamientos a través de la milenaria técnica de la meditación. Las sesiones se basan en diversos ejercicios de respiración que aumentan la concentración de los pacientes y les permiten valorar sus pensamientos con objetividad, como meros pensamientos y no como verdades absolutas. Se trata de centrarse en el momento presente. El programa está teniendo un gran éxito especialmente entre cientos de pacientes adolescentes.
Cuántos de nosotros no somos, a veces, eternos adolescentes, empeñados en aferrarnos al recuerdo insalubre de todo aquello que nos hirió o humilló: un traspié, un lamparón, un fracaso amoroso o profesional. Cuántos pensamientos sobre aquello que no sucedió como habíamos imaginado o podría suceder en el futuro. Cuánta esterilidad.
Esta adicta al micro promete aplicarse el cuento: más meditación y menos ruminación.
Fotografía en contexto original: dissenet
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Me parece una aportación muy interesante, ciertamente en muchos casos nuestros peores enemigos somos nosotros mismos ,nuestro cerebro, con su poder inmenso. EL problema es que sabemos poco de él , pero la voluntad, el esfuerzo ,el pensamiento positivo son críticos para poder salir de ciertos estados depresivos. Por supuesto no siempre es así , y se requieren terapias o medicación en algunos casos. así que primero tendríamos esto y luego el entorno. En nuestro país , es el entorno es poco favorecedor , porque creo que se potencia poco este entorno de «tu puedes», se cultiva más el «no es posible», Así que rompo una lanza al «tu puedes» para incentivar a los niños que crecen a los adultos que sufren algún tipo de pensamiento negativo. Ojalá tuviéramos la barita mágica de potenciar lo bonito y positivo en todos nosotros. Aprender técnicas es bueno , para quienes están mal y los que no. Muchas gracias por ilustrarnos en este tema y en aprender lo de la ruminación.
Inés. Gracias por tratar con tu habitual combinación de entrañable cercanía y estupendo sentido del humor un tema que, como sabes, me interesa mucho. Me gusta el término «ruminación» por lo que conlleva de «mascullar obsesiva e inconscientemente», porque desgraciadamente es algo que los humanos desarrollamos como una estrategia de defensa ante el mundo, a menudo sin saber que está ahí. Yo lo llamo nuestro «Pepito Grillo»: ese compañero inseparable que se nos sienta al lado de la oreja y parlotea incesablemente, diciéndonos que la vida es una mierda, que soy gilipollas total… o al revés… que todos son bobos del culo y yo soy la única estupenda. Su discurso puede ir de la megalomanía a la más absoluta denigración del portador de la oreja en cuestión, pasando por la deseable visión más o menos objetiva de las cosas, dependiendo de nuestro estado de salud mental y de nuestro grado de educación emocional. Mencionas la depresión, pero también llevan encima un Pepito Grillo particularmente chungo los que sufren de trastornos de ansiedad. Qué fundamental es reconocerlo, conocerlo y domarlo… Besotes.
Inés, es todo un descubrimiento. A veces no nos damos cuenta y es verdad que nos pasamos horas «ruminando» pensamientos negativos que a la larga nos hunden en la miseria. Yo a veces me doy cuenta e intento cortarlo, pero no tengo demasiado cuenta o me doy cuenta cuando ya llevo dos horas de machaqueo. Es interesante saber que viene muy bien la respiración y la meditación y el considerar los pensamientos como pensamientos y no como verdades absolutas!
También viene bien conocer el término, nunca se sabe cuando nos va a salir.
Ciao, T.
Vaya, pues mil gracias por contarnos lo que los psiquiatras comparten en sus congresos: que las vacas rumian y los humanos ruminamos; ya no cogitamos ni cavilamos ni nos atormentamos la sesera con interminables preocupaciones, sino que hete aquí que ruminamos. Me ha dado ahora a mí por ruminar lo cursis que pueden llegar a ser nuestros queridos psiquiatras, y en general lo cursis que somos todos cuando usamos esos anglicismos tan modelnos…
Por lo demás, aunque no esté de moda, puedo aseguraros que los tratamientos psicodinámicos, o sea, los que se basan en hacer aflorar el inconsciente mediante una activa relación de colaboración entre el paciente y su terapeuta, consiguen casi siempre eliminar las persistentes ruminaciones así como la autoestima desvencijada y otros malestares propios de la depresión y la ansiedad. En serio, que lo sé con certinidad (jeje, ese sí que es un neologismo chuli, ¿eh?) porque llevo la torta de años ayudando profesionalmente a muchos ruminantes a cambiar sus cuitadas vias en florecientes trayectorias vitales. Perdón por el espích, pero es que si no lo soltaba iba a quedarme ruminando toda la noche…, ea, ahora cágusto mequedao. Y que conste que la meditation de la mindfulness mola mazo, ¿ta claro?
Querida Inés, gracias por compartir los secretos de la ruminación humana. El término es igual a la palabra francesa «rumination» que se utiliza para animales y humanos, los primeros para un fin positivo que es una mejor digestión, y los segundos en un proceso doloroso que no les deja descansar emocionalmente. En eso también, nuestros amigos los animales llevan la ventaja. Ahora bien, podríamos ruminar pensamientos hermosos, e invertir así la espiral hacia el infierno.
Bss, Geneviève