Por Manumitida
El señor Blanco tiene dos hijos de dos exmujeres distintas.
Paga dos medias hipotecas y dos pensiones, y sólo se queja de que vive solo cuando a él le gusta compartir.
Sus hijos tienen siempre las puertas de su casa abiertas, no es extraño encontrarlos por allí a todas horas.
Sus exmujeres viven, a un minuto una, a siete la otra. Ahora que el señor Blanco se ha roto la pierna por dos sitios, ambas se disputan el privilegio de cuidarle.
Yo, que no me disputo nada, le traigo comida casera de vez en cuando y me siento a aprender de él.
– La misión del hombre es pagar- me dice – Si un hombre no es capaz ni de ganar el sustento para sus hijos ¿para qué sirve?