Por Comandante Inar
El enemigo al fin se mueve.
Pero la victoria es nuestro silencio,
esta maldita paciencia que nos lacera como un bocado mal puesto.
Dejar que se vuelva loco por no encontrar a nadie que le haga frente.
Aguantar,
con las respiraciones contenidas.
Ahogando las ganas de gritar al viento
nuestro verdadero nombre.
Fotografía original: neuromante