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quemar al rey, quemar España

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(Para Plumalba, si él quiere)

«…los españoles vivimos en permanentes guerras civiles, en plural, todos contra todos, pero también en inhóspita guerra civil contra nosotros mismos y con nuestro lacerado y doliente corazón por campo de batalla, los españoles debemos vigilar al propio español que llevamos dentro para que no nos degüelle mientras dormimos y él vela como un lobo al acecho, ti tío Jerónimo no cree en el fuego, en esto no parece español, sí sobrino, el español es pirómano porque quiere quemar todo vestigio de su pasado, toda crónica de su presente y toda esperanza en su porvenir, ¿toda crónica de su presente y toda esperanza en su porvenir también?, sí, a lo mejor todavía más que todo vestigio de su pasado, el español se avergüenza de su pasado pero teme a su presente y se desentiende de su porvenir, el español también se avergüenza de su presente y sabe que acabaría avergonzándose de su porvenir, por eso cree en el fuego sobre todas las cosas y lleva un Torquemada en el corazón, el español no cree en Dios, cree en el fuego, en Dios no cree en tanto en cuanto le da argumentos y licencias para prender la hoguera, Torquemada tampoco creía en Dios, sobrino, aunque la gente suela admitir que sí, (…) en España siempre se gobierna con una tea encendida en la mano, con gorro frigio o con monacal capucha siempre está en el gobierno Torquemada, en el gobierno y fuera del gobierno al español lo que le gusta es pegar fuego a España y a los españoles, lo primero que tenemos que hacer los españoles es no arder, después ya veremos…»

Camilo José Cela
Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936 en Madrid

0 respuestas a «quemar al rey, quemar España»

Claro que quiero. Muchas gracias, anonimo autor de este post.

Pero este texto de Cela no habla de catalanes, sino de espanyoles (no es punyeteria tipografica: no hay enyes, ni tildes, tampoco la catalana «ce trencada», en el teclado griego que estoy usando hoy).

Estos chicos gerundenses quieren expresar que tambien la monarquia puede ser puesta en duda, y, francamente, seran pocos los que les seguiran. Lo que simbolicamente queman es la idea que muchos carpetovetonicos tienen de Espanya: un pais monolitico, monolingue y rojigualda. (Responder penalmente a sus actos necios es usar un martillo contra una mosca; debierase responder politicamente, y entonces se veria que pocos les respaldan, en el fondo –por ahora)

Yo quisiera ser espanyol y catalan y que eso no supusiera un problema. Pero en muchas regiones del pais este dualismo, esto que para nosotros resulta tan natural (media frase en castellano, el final de ella en catalan; este binacionalismo no excluyente) esta mal visto. Parece ser que cuesta aceptar que ademas de Espanya hay otras Espanyas: la de los catalanes, la de los vascos, la de los emigrantes nostalgicos. El Rey fue el primero de su estirpe en dirigirse a las autoridades de Catalunya en catalan, y esto no se olvida. Ni se olvida lo que ocurrio una noche de febrero. Nos iba mucho en juego.

Y es bueno, seria bueno para todos, que tengamos claro que la nacionalidad es una eleccion, no (nunca!) una imposicion. Y que seamos conscientes de que si va a ser dificil que Espanya aprenda a ser lealmente federal, respetuosa con las otras nacionalidades que la componen, que la enriquecen, entonces sera cierto que la opcion secesionista se impondra poco a poco. Y muchos se lo tomaran a mal alla en Murcia, en La Mancha, en Madrid… Y arderan teas. Y hogueras. A buenas horas mangas verdes.

Y veremos cosas que pensabamos nuestros hijos no verian.

Y que no quiero ver yo tampoco: mi abuela cantabra perdio a cuatro hermanos defendiendo a la Republica en el frente Norte; mi abuelo catalan enterro a su hermano, fusilado por facha en el 36.

«este texto de Cela no habla de catalanes, sino de espanyoles»
Mira la tapa de tu pasaporte, compañero…

Estos nuevos «chicos de la gasolina» representan la vigencia de lo más esencial, racial, temperamental, intransigente y palurdo de lo español. De eso hablaba Cela y eso no cambia. El resto son los sucesivos disfraces bajo los que se puede enmascarar esta esencia y los oportunismos de turno para encender la antorcha en una u otra dirección (gorro frigio o monacal capucha o camisa verde escamot o azul falange). También es posible que estos chicos ignoren incluso esto. Lo cual no importa, importa el gesto, el carácter, …y el fuego.

Amigo Miguel,

es a este tipo de comentario tuyo a lo que me refiero: Miro la tapa de mi pasaporte, y en él veo, en efecto, el escudo de España: los cuatro cuartos mostrando las regiones y naciones del país, expresión heráldica de su diversidad. Y lo llevo pegado al culo porque otro no tengo ni puedo tener otro, porque la historia nos ha traído aquí, lo cual no está mal en sí, no me quejo, y viajando me complazco en decir que soy español, y regalo vinos de Rioja y de la Ribera del Duero, y reconozco que el verde los musgos en los bosques en torno al Escorial son los más refrescantes y bellos que he visto, cabe el trono del Rey, en un repecho desde el cual se ve la Parrilla de San Lorenzo. Y en verdad a mí no me importa llevar este pasaporte. Por mi educación podría llevar el francés, por mi vocación podría llevar, si lo hubiera, el europeo. Por mi nacionalidad me gustaría llevar el catalán. Pero parece ser que eso repugna a algunos españoles.

¿Qué es lo que repugna? ¿Qué es lo que no se acepta? ¿Que seamos «otra cosa»? Sí, lo somos. Lo siento amigos: a mis hijas les hablo en nuestra lengua, con mi padre sólo hablo catalán, y a veces le tengo que ayudar a redactar porque él no pudo estudiar en el colegio la lengua que hablaba, y su ortografía es un desastre. Sí, a veces nos reunimos y levantamos castillos humanos. Sí, el mundo de la tauromaquia nos cae lejos. Sí, hacemos las cosas de otra manera (no mejor, no peor: es simplemente otra manera de ver la vida). Al parecer, no se ve bien en cierta parte del país que seamos diferentes, que nos bastemos a nosotros mismos.

Y me pregunto, Miguel: ¿Acaso una parte de España quiere que seamos españoles a la fuerza? ¿Qué feo, ¿no? «A la fuerza». Seremos españoles en tanto nos dejen ser catalanes. En tanto nos sintamos a gusto y representados en consonancia con lo que hacemos y lo que somos. En tanto nos dejen sumar al crisol de la España rica y generosa que en ocasiones ha existido, una España que confío siga existiendo. Porque a la fuerza, amigo, a la fuerza se ahorca, pero no se «nacionaliza» a nadie, a ningún pueblo; a la fuerza, si cabe, se le somete, no más.

Sí, somos españoles, Miguel: nuestro pasaporte es el de España. Pero no porque así lo queramos, sino porque no hay más.

Estos necios chicos de Girona, descerebrados e impacientes, y aquí te doy la razón, se comportan como los españoles que Cela menciona. Por eso decía antes que no representan al conjunto de Cataluña.

Y lo quiero dejar aquí, Miguel. Por un cuadernillo en papel de la Casa de la Moneda o por un lienzo de colores, yo no voy a estropear la posibilidad de seguir disfrutando de la riqueza de España y de vuestra aún más rica compañía (si me dejais).

Yo, Pedro, voy a dejarlo también. No hagamos por discutir porque estamos de acuerdo en lo principal. Quizá yo pienso que esa «diferencia» es mucho menor de lo que suele decir y que «diferentes» somo todos, y que esto es eso, un corral revuelto, una camada de mil leches. Me gustaría que nuestra actitud fuera siempre la de tener el talento de entendernos, afianzar la amistad y reirnos de unos y otros burros mientras compartimos ese Ribera del Duero, o un Burdeos que a mí me gusta más, venga de donde venga. A mí me parece que estamos en el XIX y si hay alguna lucha pendiente es la de los ilustrados contra los castizos (y creo que eso no es cosa de geografía sino de civismo, ilustrados y castizos los hay en todas partes).

Y me acojo de nuevo a Cela.
«Tu tío jerónico cree en las tres virtudes teologales, sí hijo, yo tengo fe en la vida, esperanza en la muerte y caridad con el hombre que buena falta le hace, también tengo caridad con España aunque no siempre se la merezca, pese a todo hay que ser patriota, sobrino, fíjate que no digo nacionalista, la patria es más permanente que la nación, también má natural y flexible, las patrias fueron inventadas por el Sumo Hacedor, las naciones son una creación de los hombres, las patrias tienen una lengua con la que cantar y árboles y ríos, las naciones tienen una lengua para promulgar decretos y tienen también instituciones con las que aherrojar al hombre y ametralladoras para defender las instituciones(…)debemos mirar el porvenir con los ojos de la esperanza, luchemos cipote en ristre contra los mitos que atenazan al hombre, las banderas los himnos las condecoraciones los números las insiginias el matrimonio los platos regionales el registro civil, tú y yo tenemos el deber de luchar contra los artificios que adulteran al hombre, que dan color de muerte a su existencia y sequedad de esparto a su conciencia(…) los necios hilos de la historia sólo sirven para tejer sudarios y la estulticia de las fuerzas conservadoras sólo es comparable a la estuticia de las fuerzas revolucionarias, que también son fuerzas al servicio del retrogradismo aunque de signo contrario, las fuerzas revolucionarias no luchan contra las banderas los himnos y las condecoraciones sino en defensa de otras banderas otros himnos y otras condecoraciones, aquí es donde quiebra la teoría y se entumece la autenticidad del hombre…»

Sí. Nos entenderemos, Miguel: tú desde tu patria y yo desde la mía, porque
«…estimo a més amb un
desesperat dolor
aquesta meva pobra,
bruta, trista, dissortada pàtria.»

Y para acabar invitando a la concordia y al diálogo, estos otros versos, también de Espriu: el poeta habla a España (Sepharad):

«Escolta, Sepharad: els homes no poden ser
si no són lliures.
Que sàpiga Sepharad que no podrem mai ser
si no som lliures.
I cridi la veu de tot el poble: «Amén.»
(…)
A vegades és necessari i forçós
que un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.»

Un abrazo ibérico!

mira que os quiero a los dos y disfruto con el verbo de ambos.
Pero… chicos.
Parecéis vuestros abuelos.
El rey es un anacronismo. Cataluña es un anacronismo (todos somos diferentes, sino pregunta a uno de Ávila como son los de Segovia) España es un anacronismo.
Si catalanes y españoles somos diferentes ¿qué haremos con todos los españoles nacidos de inmigrantes que no tienen nuestro color de piel?

Tenemos que buscar lo que nos une, no lo que nos separa.

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