Por Pedro Lluch
El sueño se ha deshilachado a primera hora de la mañana, inquietud de ola esforzándose por romper rocas en la playa.
Me levanto. Bebo un vaso de agua y me siento a leer, mientras espero que se haga el café.
Fumo. Me visto. Escucho los tacones de la vecina de arriba. El sol me calienta la pierna, a la radio se le escapa un violín. Leo la prensa por internet. Me desnudo. Fumo otra vez mientras se llena la bañera. Me meto en ella. Cierro los ojos. Los abro. Me enjabono, me aclaro, me seco. Vuelvo al sol de la terracita con mi libro y sigo leyendo. Saboreo el café.
Cierro el libro y lo dejo en mi falda. Cierro también los ojos. Me siento como una pirámide invertida. Tensión desequilibrio. Miedo. Pesadumbre de piedra milenaria y sol aplomando sus días sin compasión por Sísifo.
Trato de seguir leyendo: Epístola XXXIII de las Cartas a Lucilius: «‘Hoc dixit Zenon, hoc Cleanthes.’…» (Zenón dice tal. Y tú! Qué dices al respecto? Esto otro, es de Cleanto. Y tú? Qué dices tú? Cuánto tiempo más seguirás bajo el imperio de otros? Tú mandas! Di algo que alcance la posteridad, ¡algo de cosecha propia!).
La exhortación hace mella, me fisura, me rompe. Me alcanza de pleno en esta pertinaz incapacidad mía de postergar les plaisirs et les jours para ponerme a escribir de una puta vez.
Pero ando cansado de lidiar en arenas y berenjenales ajenos. Cifras y porcentajes se me enredan y confunden en las pantallas, las previsiones se me enturbian con descuentos y promociones. Personajes mezquinos toman la palabra y dicen In God we trust, pero yo no en ellos, ya no. Y lo pagarán caro.
Cuatro días de ocio por delante: el martes es festivo en mi país. Sol, piscina, unas cervecitas en la plaza, una siesta, un polvo, una ducha refrescante antes de quedar con los amigos, un paseo por la Rambla, tal vez una sesión de cine y un falafel al salir. O quizás cojo el coche y nos vamos a Burdeos. Y paseamos por sus calles limpias. Y visitamos a los vinateros de Saint-Émilion, y recorremos la campiña gala. Y saboreamos una 1664 en un merendero en la ribera del Garona.
O quizás me quede en casa, me baje una peli porno de petardas.com y me alivie y pase de todo.
Así son les plaisirs et les jours; borrajas aguadas, las verdades del estoico.