Por Claudio Molinari (enviado especial a la base de I+d de Lockheed-Martin)
En la década que viene vamos a ser testigos de las varias armas hipersónicas que EEUU, y probablemente sus aliados, pondrán en activo para poder atacar cualquier lugar del mundo en menos de una hora.
El primero de estos juguetitos es un misil de crucero que echará una mano al Tomahawk, y podrá ser lanzado desde buques, submarinos, aeronaves e incluso desde un Burger King. También se está estudiando la fabricación misiles convencionales de mayor tamaño para ser lanzados desde los silos Minuteman ICBM (misiles balísticos intercontinentales) y desde los submarinos convertidos clase Ohio. Otra de las ocurrencias de estos chicos tan traviesos es un arma de disuasión de respuesta rápida. Una suerte de JSSM (misil tierra aire de las fuerzas conjuntas) hipersónico.
Sin embargo, el más molón de todos estos chismes es el bombardero hipersónico que en estos momentos se está desarrollando con vistas a acojonarnos en la década siguiente. El Hypersoar combinará tecnología “stealth” (F-117), altitudes estratosféricas y velocidades de hasta mach-8, que es como llegar de Cibeles a Plaza Castilla en el tiempo que tarda una moneda en caer al suelo. Hagan la prueba.
El Hypersoar contará con armas de disuasión hipersónicas e hipercerteras. Tan guapas que no quiero ni pensar en lo aburridos que serán los juegos electrónicos del futuro. La verdad es que es difícil imaginarse a un afgano apuntándole a un jet hipersónico, y mucho más acertándole un pepinazo con un RPG.
La putada es que, si ni los afganos pueden, lo vamos a tener muy crudo.