por Marisol Oviaño
«Cuando se vinieron del pueblo yo ya se lo dije, que no encontraría nunca casa. Y ya estaba cargado de mujer y de las dos niñas. Pero él estaba desesperado. Y desde la guerra, cuando estuvo conmigo, le había quedado la nostalgia. Nada, que le tiraba. Madrid tira mucho. Hasta a los que no son de aquí. De antes de que hubiera fútbol. Y él se empeñó en venirse. A pesar de que se lo tenía advertido, que no viniera, que la vida es muy dura, que si en el pueblo es difícil aquí también hay que buscársela, que ya era muy mayor para entrar en ningún oficio, que sólo quieren mozos nuevos. Que, sin tener oficio, iba a andar a la busca toda la vida, que nunca encontraría cosa decente. Todo, todo se lo advertí. Pero a él le había entrao el ansión porque estuvo aquí en guerra».
En Madrid se forja la historia de un absurdo accidente que nunca debió ocurrir, pero que cambiará para siempre la vida de Pedro, un estudiante de medicina con grandes aspiraciones científicas.
Quienes acuden a Madrid lo hacen llamados por la ambición, Madrid es la plataforma desde la que despegarán todos sus sueños. Pero no es un lugar para pusilánimes.
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Fotografía en contexto original: vadevallecas