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Cuaderno Ziplock General

CZ. 30 de mayo

por Claudio Molinari Dassatti

Los fines de semana los compañeros del refugio nos juntamos a quemar cosas en la fogata. Es nuestro momento de esparcimiento. Miramos el fuego, respiramos su humo pernicioso –que nos recuerda a las ciudades en los años AdE— y hablamos de cómo nos sentimos. Es fácil, porque nuestra psicología es sencilla. Como la de los insectos.

Dicen que los insectos tienen un pensamiento binario y por eso cuando se encuentran con otro insecto piensan: “me lo como” o “me lo follo”. Nada más. No hay otras opciones. Y nosotros somos incluso más simplones que los insectos, nosotros sólo pensamos: “lo mato y me lo como”. Eso me recuerda a que hace unos meses llegó un psicólogo hambriento pidiendo algo de comer y ofreció intercambiarnos una sesión de psicoanálisis por un bol de sopa. Hacía años que no nos reíamos tanto.

A veces, cuando estamos reflexivos, mirando el fuego o asando a alguien, miramos a un compañero y de pronto nos sorprendemos pensando: “qué mal hueles”. Pero comprendan, queridas generaciones venideras, que si olemos mal es porque nuestra vida es dura. En la semana trabajamos de sol a sol, buscando todo aquello que se pueda intercambiar. Nuestro refugio está en las afueras y sin embargo caminamos y caminamos para llegar al centro y recolectar. El centro es donde viven los ricos. El trayecto nos lleva un día de ida y otro de vuelta. Todo el mundo sabe que hasta la basura de los ricos es mejor que lo nuestro, pero la noche es peligrosa lejos del refugio. Y la parte más difícil es hacer esos trayectos sin que te ataquen con piedras. (La piedra, como bien saben los historiadores, es un clásico de la agresión). Pero hay otra arma que se ha puesto muy de moda: la pala. Hay quienes las afilan por los tres lados y las usan como hachas. También son útiles para desenterrar los cables de cobre que sigue habiendo por todas partes.

El cobre martillado sirve para hacer cucharas, una tarea difícil sin herramientas especiales. Y también sirven para transportar electricidad, pero eso no es para nosotros. Además, las cucharas resultan indispensables porque lo que más comemos son sopas. Con un hueso, un poco de césped y agua, comemos cuatro. Otro metal blando es el plomo. De hecho, siguen aumentando los rumores acerca de que en el centro están acuñando monedas. Algo de cierto debe haber. Si llegase a ocurrir, va a ser más práctico, seguro. Aunque yo en lo personal voy a echar de menos el trueque. Las monedas están bien, pero con el trueque se conoce gente.

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